TIC, ¿una barrera para la diversidad?

Soraya Muñoz Mendieta | Experta en TAC

Las TIC se nos ha vendido como «la tecnología al servicio de las personas», rompiendo distancias y ayudando a tener todo a nuestro alcance. Mientras que padres y madres de adolescentes de desarrollo típico están constantemente preocupados por buscar formas de que la información que les llegue y compartan sea la adecuada, otros viven con gran preocupación el hecho de que algunos menores se están quedando fuera de esta realidad.

Una tablet, un ordenador, Facebook o un juego pueden suponer una gran barrera para personas con diversidad funcional. ¿Cómo quedo con mis amigos si no puedo utilizar WhatsApp? ¿Cómo hablo al día siguiente del capítulo de la serie de turno de la serie de moda en Netflix? ¿Ver fotos? En definitiva, ¿cómo participar?

Las tecnologías de apoyo y comunicación (TAC) buscan abrirse camino para dar respuesta a estas necesidades, pero hoy las barreras son insalvables. El desconocimiento general y los costes añadidos suponen que muchas niñas, niños y jóvenes se vayan quedando fuera de la realidad y del entorno social.

¿A qué nos referimos con TAC?

Estamos hablando de comunicadores, conmutadores, software, ratones adaptados…, materiales que abren muchas posibilidades a estas personas y que no restringen en nada el acceso a los demás usuarios.

Pensemos en un muchacho con parálisis cerebral y una gran afectación a nivel motor. Rápidamente hemos imaginado una silla de ruedas y un difícil acceso a un ordenador, así que ni nos planteamos una tableta o un móvil. La realidad es esa, pero la solución existe. Hay muchos productos para que pueda tener un acceso adaptado a sus capacidades. Algunas veces, con algo tan sencillo como utilizar un ratón diferente. Otras, tendremos que plantearnos soluciones más sofisticadas y menos accesibles económicamente.

La utilización de las TAC en las aulas es todavía escasa. Son pocos los profesionales de la educación que han tenido la oportunidad de conocer y manejar estos dispositivos, y esto es un problema. Si no conocemos las soluciones, difícilmente podremos ofrecerlas.

No es una cuestión únicamente de jóvenes y adolescentes, pues las dificultades empiezan antes. Desde Infantil ya están controlando juguetes electrónicos, tal vez simplemente de on y off, que podrían tener una adaptación muy sencilla si vinieran de fábrica con una entrada jack de auriculares, como las que conocemos.

¿Encarece el precio del producto final? ¿Estropea la estética? Probablemente la respuesta sea no. Sin embargo, madres y padres de menores que no tienen desarrollo típico –si tienen la suerte de conocer que esto se puede hacer– tendrán que ver la manera de adaptarlos, buscar un profesional o adquirir los juguetes ya adaptados, lo que encarece increíblemente su precio.

Pero parece que estamos pensado en personas con dificultades a nivel motor únicamente. La simplificación cognitiva que pueden proporcionar las TAC es un potencial también a tener en cuenta en otros casos. Personas con autismo, discapacidad cognitiva o diferentes dificultades, pueden encontrar respuesta mediante el software adaptado, dispositivos periféricos o gracias a la domótica.

Cuando las dificultades están en el área de la comunicación, tanto en las aulas como en la vida diaria, la cosa se complica. Los problemas de habla (quienes necesiten el uso de un comunicador para expresarse) y de lectoescritura (sin ella el acceso a WhatsApp y redes sociales es una utopía) van aislando más a estas personas.

Hemos llegado entonces a dos áreas importantes en las que las TAC nos pueden ayudar, y las TIC, lejos de facilitarnos, nos complican la vida: acceso y contenidos.

Las asociaciones, centros y empresas especializadas dan la oportunidad de conocer, adquirir y utilizar estas tecnologías para que estén al servicio de las personas y no supongan una barrera más. No obstante, todavía seguimos muy lejos de que su uso se estandarice y esté realmente integrado en la sociedad. Y este es el desafío inmediato.

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