Igualdad de diferencias

Ramón Flecha | Catedrático de Sociología de la Universidad de Barcelona

He vuelto a oír una vez más que nadie habíamos caído en que el énfasis en la diversidad y la adaptación a la diversidad olvidaban la igualdad y el derecho de todas las niñas y niños al éxito educativo; lo ha dicho una ponente con muy buena voluntad y creyendo que es así, pero no es verdad. La primera comunidad de aprendizaje nació en 1978 y siempre hemos dejado claro que la adaptación a la diversidad, el aprendizaje significativo, los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales…, eran ocurrencias sin ninguna base científica que perjudicaban seriamente a las niñas y niños, a las escuelas, a quienes somos profesionales de la educación y a toda la sociedad.

El aprendizaje dialógico, base de las comunidades de aprendizaje y de las Actuaciones Educativas de Éxito, siempre ha tenido la igualdad de diferencias como uno de sus principios. Todas las niñas y niños nacen con la misma sangre, no se dividen en de sangre roja y de sangre azul; tienen los mismos derechos, el mismo derecho a la educación y, por tanto, el mismo derecho al éxito educativo. La igualdad deja claro que un inmigrante pobre o una gitana pobre tienen derecho a saber las mismas matemáticas o el mismo inglés que un niño rico. Si los centros educativos que tenemos no sirven para eso, hay que transformarlos y, por esa razón, otro de los principios del aprendizaje dialógico ha sido siempre, y es, la transformación, nunca la adaptación.

El reconocimiento que ahora se está generalizando de ese error debería ser lo suficientemente riguroso para cambiar la fuente que lo generó, porque si utilizamos las mismas fuentes, caeremos en errores similares o todavía peores. Si, en lugar de consultar las investigaciones científicas internacionales y sus publicaciones científicas avaladas, nos dejamos llevar por fuentes no científicas, es seguro que volveremos a equivocarnos; y eso es lo que con frecuencia ocurre.

Ahora hay personas que hablan de inclusión y de igualdad afirmando que se consiguen segregando inmigrantes en aulas específicas para enseñarles la lengua o metiéndoles en las mismas aulas que el conjunto del alumnado, pero sin las actuaciones que logran el éxito de todas y todos. Hace ya décadas que las investigaciones científicas internacionales demostraron que así no se lograba la igualdad sino la desigualdad, no se conseguía la inclusión sino la exclusión.

Si nos basamos en fuentes científicas, como debemos hacer quienes somos profesionales, veremos que la igualdad y el máximo respeto a las diferencias se consigue cuando todas las niñas y niños están en las mismas aulas, con todos los apoyos dentro, pero con actuaciones educativas de éxito y no con cualquier ocurrencia. Es así como se avanza hacia la igualdad de aprendizajes de todas las niñas y niños sin ningún tipo de discriminación de origen o socioeconómico. Es así como se consigue evitar la asimilación y tener una consideración igualitaria hacia sus diferencias, incluyendo religiones, opciones y creencias. Es así como se supera el racismo y se previene la violencia. Hay cada vez más profesorado, familiares y voluntariado realizando esas actuaciones de éxito y el esfuerzo de estas personas representa una gran esperanza para la educación y para la humanidad.

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