Una escuela científica y crítica

Soraya Chapinal Merino | Presidenta de la Federación MRP Madrid y maestra de Formación Básica en UFIL Puerta Bonit

En muchas ocasiones hemos leído “aprender a aprender” y, según el prisma con el que se mire, puede tener diferentes interpretaciones y sobre todo diferentes puntos de vista metodológicos que repercute en las aulas y sobre todo en el alumnado.

Bajo el paradigma de instruccionismo intelectualista se busca el aprendizaje memorístico, reproducción de un sistema político y social basado en la segregación, haciendo una selección del alumnado según sus capacidades intelectuales, aprendizajes más homogéneos y lineales sin tener en cuenta la individualidad. Normalmente guiados por un libro de texto dominado por editoriales e intereses comerciales. Una reproducción de un sistema mercantilista que promueve la competencia a través de pruebas externas y haciendo unos ranking tanto en alumnos y alumnas como en centros educativos que en nada benefician a la comunidad educativa.

Si miramos desde el paradigma del holismo educativo nos daremos cuenta que es un proceso más enriquecedor donde se asumen procesos, apasiona aprender por aprender, se fomenta la observación, la escucha, los tiempos y ritmos de la persona.

Me gustaría señalar a varios autores que reflejan metodologías y bases pedagógicas que fomentan el espíritu científico y crítico.

Ovide Decroly (1871-1932) basó su vida pedagógica a observar y a experimentar sobre el aprendizaje natural en los niños y niñas. El interés del niño es la realidad inmediata, todo su alrededor cercano que no se puede clasificar en materias o asignaturas.

Las actividades básicas han de vertebrar todo el aprendizaje escolar en la observación, la asociación y la expresión. Es decir la observación directa como el primer ejercicio para despertar el espíritu científico, una primera toma de contacto para desarrollar el análisis, pasar de lo global a lo específico que ayude a la infancia a desarrollar las posibilidades ante cualquier objeto de aprendizaje. Después se pasaría a la asociación donde las ideas empiezan a relacionarse, se asimilan y se adquieren conceptos más abstractos, abriendo a otras realidades, otras opciones que abran el campo de estudio. Después daría lugar a la expresión, la comunicación, que puede ser a través del lenguaje, la lectura o la escritura como manual, artística y todas sus vertientes creativas.

Decroly defendía una escuela por la vida y para la vida partiendo de los centros de interés del alumnado despertando su curiosidad como pilar en el aprendizaje.

Un ejemplo claro entre los dos paradigmas lo encontramos en la educación artística: el dibujo de una flor.

Desde el paradigma instruccionista toda el aula pintaría la misma flor de un determinado libro de texto o ficha, con los mismos colores (quizás diferentes) en un tiempo determinado y bajo las instrucciones claras del maestro o maestra para que todas sean iguales. Si es así el ejercicio estaría “perfecto”.

Desde el paradigma holístico quizás nos fijemos más en flores naturales o en fotografías de diferentes flores que cada niño o niña pueda elegir según las características de la flor (observación), descubrir diferentes materiales para poder dibujarla, una elección más acertada o no (asociación) y realizar el proceso final en papel o de manera artística (expresión). Cada dibujo sería diferente, con diferentes materiales, personalizado y con sentido. Descubrimiento, toma de decisiones y elaboración. Implica más tiempo por parte del profesorado y de las familias, pero el proceso es más rico y más globalizado.

Otro de los autores que me gustaría destacar es Celestine Freinet (1896-1966), maestro y pedagogo. Desarrolló la Escuela Moderna y Cooperativa. Su concepto de escuela parte del niño y de la niña, con todas sus posibilidades y con su evolución natural. Para Freinet el trabajo del niño, que no juego, no viene impuesto por el adulto, sino que las actividades responden a sus necesidades de curiosidad y crecimiento. Trabaja con ficheros autocorrectivos, libros de vida, el periódico escolar, el cálculo, vivo, todo basado en experiencias vitales.

La escuela se convierte en una cooperativa escolar que gestiona la vida tanto fuera como dentro de ella.

El pensamiento crítico y la investigación experimental se oponen al adoctrinamiento y a la acumulación de conocimientos.

Su gran legado de las técnicas Freinet como son la imprenta escolar, la correspondencia interescolar, el plan de trabajo, el texto, el dibujo libre y los libros de vida, las asambleas cooperativas, los complejos de interés, hacen que se desarrolle la capacidad creadora que permite que, a través de las actividades, los niños y niñas puedan opinar, discutir, manipular objetos, trabajar, investigar, criticar la realidad desde una perspectiva de transformación social.

También me gustaría recordar a Rosa Sensat (1873-1961) que concebía la actividad escolar como una continuación de las actividades de la vida cotidiana, familiar y social.

Rosa Sensat decía “la naturaleza es el ambiente más adecuado a la normal evolución de la infancia, asegurando el derecho que este tiene al aire puro, a la luz del sol, al agua, al ejercicio físico y a la libertad y alegría”.

Actividades que despierten su interés, que estén relacionados con lo que realmente ocurre en su entorno familiar, social y natural involucrando a toda la comunidad educativa en la participación crítica y constructiva de todo lo que les rodea.

Se puede conseguir desde una globalización de los aprendizajes dando sentido a todo lo que se experimenta en la escuela, en el barrio y en la ciudad, o, como fomentaba R. Sensat, en sus escuelas-bosque.

Me gustaría terminar con un trabajo maravilloso que han realizado los Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP) junto a Ecologistas en Acción (EeA) 99 Preguntas y 99 experiencias para vivir en un mundo justo y sostenible, donde desarrollan todo un trabajo científico, fomentando un espíritu crítico desde la pregunta. El aprendizaje no es saber las respuestas, sino la capacidad de cuestionar y plantear otros esquemas posibles para transformar aquello que no nos gusta y buscar el bien común, la justicia social.

2 Comments

  1. Me gusta este artículo de Soraya. De vez en cuando viene muy bien que alguien nos recuerde estas cosas de pedagogía elemental que tanto estudiamos en la facultad y que nada aplicamos en los centros educativos, sobre todo en la Secundaria. Qué pena! Cuán equivovados estamos! Lo pagaremos caro

  2. Estupendo artículo, Soraya. Espero que la UFIL Puerta Bonita siga funcionando tan bien como siempre, contando con profesoras como tú. Saludos.

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