¿Universidad o Formación Profesional?

Ramón Flecha | Catedrático de Sociología de la Universidad de Barcelona

Este es el dilema que se plantean una parte del alumnado adolescente y de las familias. La decisión está frecuentemente mediatizada por discursos que no buscan decir la verdad, sino ocultarla o incluso falsearla. Mientras que todas las estadísticas nacionales e internacionales demuestran que con niveles formativos más altos hay menos paro, frecuentemente se mantiene en España el desgraciadamente famoso discurso de “la Universidad como fábrica de parados”. No obstante, no es esta la única desinformación que se da al alumnado y a las familias, por lo cual abordo en este artículo también otros argumentos que no van en contra ni de la opción por la Formación Profesional ni de la opción por la Universidad, sino a favor de que todas las familias y alumnado puedan tomar sus decisiones sin ningún tipo de engaño.

Resulta cuando menos extraño que la mayoría de representantes del discurso de la mayor empleabilidad de la FP que la universitaria intenten que sus hijas e hijos vayan a la Universidad, desde luego es difícil creer que sea porque prefieren que tengan menos acceso al empleo. Ya hace años, en una charla, un técnico de un gobierno decía que eso era falso y me daba como prueba que su misma hija estaba haciendo un grado de Formación Profesional. Tres años después fui a hacer una conferencia a la misma ciudad, le pregunté qué estaba entonces estudiando esa hija y respondió que una carrera universitaria.

De todos modos, aquí las estadísticas son también concluyentes, la mayoría de quienes tenemos título universitario intentamos que nuestras hijas e hijos puedan estudiar en una Universidad. De estas personas con título universitario quienes más representan el discurso de la mayor empleabilidad de la FP lo dirigen especialmente aquellas familias no académicas, es decir, en las que ni la madre ni el padre tienen título universitario y que mayoritariamente son de niveles socioeconómicos más bajos.

A veces se dan otros argumentos no tan orientados al alumnado en concreto y a sus familias, sino al conjunto de la sociedad. Se afirma que para ser taxista o camarero no hay que ir a la Universidad y así se trata de justificar que hay demasiadas personas en las universidades que no tendrían por qué estar allí. En este caso se juega con las estadísticas comparando la población universitaria de España con la de países donde muchos estudios de los que aquí son carreras universitarias allí son educación superior no universitaria. Pero, yendo más al fondo de la cuestión, es curioso e instructivo el paralelismo entre estos argumentos y los de quienes negaban la necesidad de escolarización universal en el siglo XIX diciendo que para ordeñar vacas no hacía falta saber escribir.

La educación es la clave de la sociedad. A más educación, mejor para las personas, las familias y las sociedades (si es de calidad científica y humana). Quienes somos profesionales de la educación debemos defenderla y especialmente apoyar el derecho que tienen todas las personas a una información veraz sobre esta dimensión tan importante de sus vidas y de las nuestras.

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