Nada más inútil en la vida que un libro que nadie puede leer

Pedro Valentín Badía
Biólogo. Asistente de investigación. Universidad
Miguel Hernández-IDiBE. Presidente de
Asociación de Divulgación Científica de Alicante

“La educación, en verdad, necesita tanto la formación técnica, científica
y profesional como de sueños y utopías (Paulo Freire(1))

«La ciencia es una empresa eminentemente social. Sus observaciones y teorías deben ser conocidas, discutidas y aceptadas o rechazadas por los colegas más cercanos, después por el sector interesado de la comunidad cien- tífica del país, y finalmente por el mundo científico internacional”. Con esta idea Rui Pérez Tamayo médico mexicano, nos deja claro que, tanto dentro como fuera de la ciencia, se necesita un contexto social que sustente y transfiera la información. Bajo este contexto trataremos la comunicación y divulgación científica como algo esencial en el proceso de construcción de la ciencia.

Cuando hablamos de divulgación científica nos referimos a la tarea de comunicar y promover una cultura científica al público en general. No confundirla con la difusión, que se centra solo en la comunidad científica. La importancia de saber diferenciar entre una y otra es porque durante décadas, el mundo de la investigación le ha dado prioridad a la difusión, haciendo que la ciencia parezca inalcanzable y lejana para la ciudadanía Siempre se representa al investigador, o a la investigadora como alguien que está 12 horas seguidas en un laboratorio, haciendo cálculos complejos y tratando de averiguar la cura de una enfermedad incurable.

Pero la realidad es diferente, lo difícil no es eso, sino salir de esas 12 horas con ganas de volver a repetir todo al siguiente día. Por eso, la tarea principal de la divulgación es hacer que la ciencia sea alcanzable, es decir, hacerla tan cercana que forme parte de tu día: del día a día de la sociedad.

Hoy en día existe el amplio deseo de la vocación, es decir, tienes que amar lo que haces, si no, no lo hagas. Y cuando se intenta promover una cultura científica se suele construir explicaciones complejas, con un lenguaje para iniciados e iniciadas, que nada tiene que ver con el de la ciudadanía. El ob- jetivo de la divulgación es exactamente lo opuesto a eso, la ciencia tiene que ser capaz de llegar a todas las personas por igual, sin importar su formación. Porque no hay nada más in- útil en la vida que un libro que nadie puede leer.

El ejemplo más claro y cercano que tenemos es la pandemia del virus SARS-Cov2 que comenzó en el 2019. Este suceso impactó en la sociedad a diferentes niveles, uno de ellos fue que destapó la necesidad urgente de generar una cultura de la ciencia. La desinformación y las noticias falsas causaron estragos y cobraron vidas, por lo que, transformar la percepción de la sociedad ante la ciencia fue de suma importancia, se promovió la información sobre las vacunas, los tipos de virus, las vías de contagio y todo tipo de temas que impactaron de manera notable en la conciencia social de la población. Con ayuda de las redes sociales, las personas vin- culadas a la ciencia decidieron compartir, haciendo asequible, sus conocimientos. En este caso, la divulgación tuvo un gran impacto sobre la población, que fue consciente a lo que se enfrentaba, con lo que se pudo salvar muchas vidas.

A partir de esta crisis sociosanitaria mundial, la forma de investigar y comunicar los resultados científicos también cambió. Iniciativas que habían pasado desapercibidas comenzaron a tomar fuerza, por ejemplo, promover la publicación de artículos científicos en revistas de acceso gratuito, para fo- mentar la difusión y el aislamiento de la investigación básica. Así mismo, las universidades, centros de investigación, fundaciones e instituciones gubernamentales pasan a darle un peso importante a la divulgación de los resultados del trabajo científico que se vaya a realizar.

En el 2023 la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECyT) en colaboración con el Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad de la Universidad Pompeu Fabra (CCS-UPF) publicaron un estudio sobre la comunicación científica a nivel nacional. En el Estudio destacan 47 centros y grupos de investigación que se dedican completa o parcialmente a la comunicación científica en España. De éstos, 28 pertenecen a universidades públicas, siendo la comunidad de Madrid y Valencia donde se concentran, principalmente, con un total de 11 y 10 respectivamente. De estos grupos, el 71,4% son del área de comunicación/periodismo y 14,3% del área de salud y ciencias de la vida2.

Dicho esto, tenemos dos preguntas por resolver, ¿Quiénes pueden participar en la divulgación científica? y ¿Cómo pueden hacer divulgación científica? La respuesta a ambas preguntas es sencilla, pero requiere matices. En primer lugar, cuando usamos la analogía “cualquiera puede cocinar”, no significa que cualquiera pueda poner una cacerola al fuego y hacer una sopa, significa que el talento para hacerlo puede venir de cualquier forma y de cualquier persona. Lo importante es tener una base sólida desde donde divulgar sin importar la formación académica, pongamos como ejemplo a los periodistas científicos.

La labor de los periodistas científicos y científicas es invaluable para la comunicación de la ciencia, ellos y ellas son los traductores y traductoras a un lenguaje asequible para el común de las personas, de cientos de proyectos de investigación, sin embargo y pese a sus muchas contribuciones, hay algo que no pueden hacer y es ciencia, aunque sí deben trabajar con rigor científico. No todos los científicos pueden divulgar, así como no todos los periodistas pueden

hablar de ciencia. Es importante trazar una línea en la que los expertos y expertas se puedan parar y fungir como tra- ductores de los artículos científicos, como fuente primaria de información. Sin embargo, no se puede obligar a los cien- tíficos a divulgar si no tienen la información o la motivación para hacerlo, por lo que las personas con la vocación para divulgar también tienen la responsabilidad social de tomar la batuta y ser traductores.

En segundo lugar, y esto es lo más interesante de divulgar en el área de las ciencias, es que puedes darle la forma a tu talento, si eres científico y te encanta dibujar, no tienes que pararte enfrente de 200 personas para comunicar tu trabajo, puedes hacer arte con eso. De igual manera que si tienes 10 años y te encanta dibujar plantas, el dibujo científico y el diseño de jardines botánicos puede ser tu vocación.

La ciencia es un arte y el arte tiene algo de ciencia, con esa idea en mente las posibilidades de la divulgación son infinitas.

Referencias

  1. Beltrán, Francisco (2000). Pedagogías del siglo CISS PRAXIS, Madrid.
  2. Revuelta, Gema; Llorente, Carolina; Saladié, Núria (2023). La comunicación científica en España. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). https://doi.org/10.58121/gvn9-h856

 

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