Lo mejor para nuestro alumnado

Begoña Ladrón de Guevara Pascual
Docente.
Presidenta de COFAPA

El debate sobre los distintos modelos de jornada escolar —jornada partida, jornada continua o jornada flexible— se mantiene vivo desde los años 90 cuando muchos colegios de educación infantil y primaria se planteaban posibles cambios en este ámbito.

En la actualidad, la jornada continua o intensiva es habitual en la etapa de infantil y primaria de los centros públicos y en Secundaria en los centros públicos pero también en concertados de casi todas las comunidades autónomas de nuestro país. Las únicas en las que no es mayoría sería en el País Vasco y en Cataluña. En el ámbito europeo, la jornada continua es minoritaria y solo la aplican países como Alemania, Dinamarca e Italia.

Algunos son los expertos que ponen de manifiesto su opinión sobre los beneficios de cada una de las opciones, pero ningún estudio, tanto nacional como internacional, es concluyente en cuanto a rendimiento, descanso y bienestar socioeducativo. Sin embargo, los argumentos que aportan muchas organizaciones sí están dando luz a esta materia.

Así, la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, ha recomendado a nuestro país, en su informe “Propuestas para un plan de acción para reducir el abandono escolar temprano en España” (Junio 2023), la jornada partida, “con los colegios abiertos más tiempo por las tardes, como forma para reducir el abandono escolar temprano, que sigue siendo uno de los más altos de la UE y es el principal problema educativo de nuestro país”. Un dato relevante de este informe destaca que casi el “47% de las familias paga clases extraescolares para sus hijos, más de la mitad de las cuales se corresponden con clases de apoyo sobre materias curriculares en el caso de los hogares de ingresos bajos». Esto tiene sentido si recordamos el dato del INE, que refleja cómo sólo un 16% de las madres y un 4% de los padres disponen de las tardes libres.

Por su parte, la Fundación Bofill, que participó en uno de nuestros 40 Diálogos de Educación, es clara cuando indica que “la compactación horaria no parece haber dado una res- puesta satisfactoria a las expectativas iniciales de mejora del rendimiento escolar en las comunidades autónomas en las que se ha implantado la jornada continua”. En este sentido, el Catedrático de Pedagogía Social, José Antonio Caride, señala en su trabajo “A xornada escolar de sesión única en Galicia: estudio avaliativo, conclusións xerais e criterios de actuación. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia” que en los centros con jornada continua “se producía entre un 10% y un 20% más fracaso escolar”.

Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y también ponente de uno de los Diálogos de educación que hemos celebrado en COFAPA, no lo duda y afirma que la mejor jornada para los niños es la partida, «biológica y psicológicamente». “No hay un solo estudio que concluya que la jornada continua produce mejores resultados en el rendimiento de los escolares que la jornada partida”.

A raíz del debate que este tema suscita, no es fácil encontrar datos contrastados que reflejen el beneficio concreto de la jornada continua mientras, en general, si hay referencias que asocian la jornada partida con resultados académicos más positivos. Así, en un trabajo publicado por Isabel Ridao y Javier Gil, a partir del estudio “Evaluación de distintos modelos de jornada escolar en centros de Educación Primaria de la Comunidad Autónoma de Andalucía”, se señala que “si se tienen en cuenta los aprendizajes de los alumnos, tal y como se reflejan en los juicios emitidos por los profesores a través de las calificaciones escolares, hemos encontrado una clara superioridad de los centros con jornada partida”.

Algunas de las conclusiones del trabajo desarrollado por el sociólogo especializado en Educación y profesor de la Universidad de Valencia, Daniel Gabaldón, y el investigador Kadri Täht, de la Universidad de Tallin (Estonia): “El alumnado en jornada intensiva (con todas las clases por la mañana, sin parar para comer) duerme menos tiempo, consume más pantallas, come peor y hace más deberes que el de la partida. Esto se traduce en una peor salud, peor rendimiento y una conciliación más complicada”.

En relación a la calidad de vida de nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas, muchos autores se basan en la cronopsicología (ciencia que estudia las variaciones en la actividad que desarrollamos a lo largo del día) para dar réplica a muchos argumentos que se emplean en este debate. Según pone de manifiesto Francois Testu, en “Cronopsicologia y ritmos escolares”, la atención presenta un aumento de eficiencia en el curso de la mañana, con un pico máximo al final de la misma, una bajada al inicio de la tarde y una recuperación que se estabiliza hasta el final.

La escuela es algo más que impartir conocimientos, de ahí que el tiempo de recreo es muy rico para seguir aprendiendo. Como señala Elena Martín Ortega (Doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y Profesora Titular en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid), “en los recreos los alumnos aprenden cosas tan valiosas como en las aulas, como bien saben los profesores. Los espacios de ocio son ámbitos privilegiados para educar en la afectividad, en la interacción social, en las aficiones, en la amistad. Estos recreos deben tener, pues, una duración que permita llevar a cabo juegos y actividades que exigen un mínimo de tiempo. La jornada que puede dar respuesta a estas necesidades no es desde luego la denominada jornada continua”.

Con todo, desde COFAPA creemos que el diálogo es necesario para llegar a acuerdos y todos podemos aportar experiencias enriquecedoras para una buena convivencia en la escuela. Y, en cualquier caso, lo mejor para nuestro sistema educativo será lo mejor para la vida y aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas.

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