Respecto al tema que nos ocupa, el concepto “memoria democrática” aparece en este decreto en tres ocasiones en las diez páginas que se refieren a la asignatura de Historia de España, si bien ha sustituido totalmente al de “memoria histórica”, que no aparece en ninguna ocasión. Y esto es importante porque, desde 1977, el uso del binomio “memoria histórica” se ha ido consolidando con claridad en España y en otros países castellanoparlantes: Argentina, Uruguay, Costa Rica, Chile, México, Guatemala, Cuba, Perú, Panamá, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, República Dominicana y Bolivia2. Deberíamos dedicar un poco de tiempo a reflexionar sobre qué puede significar la sustitución de “memoria histórica” por “memoria democrática”. Este tema no es el objeto de este artículo, pero haremos alguna referencia a él. Volvamos, por ahora, a las tres ocasiones en que aparece “memoria democrática” en las páginas que se refieren a la materia de Historia de España:
1ª. En la introducción: “La libertad, el primero de esos ejes vertebradores, ofrece una perspectiva no lineal que atraviesa toda la época contemporánea hasta nuestros días, recogiendo la trayectoria de nuestra memoria democrática hasta la Constitución de 1978”. Vemos aquí cómo el concepto de memoria democrática se relaciona con la memoria de la libertad y del constitucionalismo y abarca toda la época contemporánea.
2ª. En el apartado referido a competencias: “se ha de interpretar la memoria democrática, no solo como efecto directo de la experiencia histórica de la Transición, sino como resultado del complejo camino que el constitucionalismo ha recorrido desde 1812”. Se confirma aquí lo sugerido en la primera mención. Nos hemos ido hasta 1812 y se nombra la Transición, pero no se nombra al Franquismo, si bien lo podemos dar por incluido en ese “complejo camino” del que se habla. De todas maneras, es importante esta ausencia, cuando el franquismo era, y debería seguir siendo, el núcleo de referencia cuando hablábamos y seguimos hablando ahora, de memoria histórica.
3ª. En el apartado B de los saberes básicos, como primer guion de “Retos del mundo actual”: “Memoria democrática: reconocimiento de las acciones y movimientos en favor de la libertad en la historia contemporánea de España, conciencia de los hechos traumáticos y dolorosos del pasado y del deber de no repetirlos. Reconocimiento, reparación y dignificación de las víctimas de la violencia y del terrorismo en España. Las políticas de memoria en España. Los lugares de memoria.” En esta tercera aparición, sí menciona “los hechos traumáticos y dolorosos del pasado”, si bien la referencia vuelve a ser a toda la historia contemporánea de España. Además, sorprende que no se adjetive o aclare a qué violencia se refiere cuando dice “víctimas de la violencia”, mientras que sí lo hace con las del terrorismo.
Una vez comprobado que el nuevo currículo para Historia de España de segundo de bachillerato nombra en tres ocasiones la memoria democrática, vamos a señalar otras referencias interesantes para el tema que nos ocupa y que, seguro que ayudarán a que no se pueda obviar en la enseñanza, las programaciones y los libros de texto, temas del saber histórico relacionados con la memoria histórica. Elijo algunas de estas referencias:
En el apartado de competencias específicas dice: “El estudio de la modernización económica exige, pues, poner en contacto las estructuras a largo plazo, que en España se han mantenido desde la época medieval, como es el caso de la propiedad de la tierra”. En este caso, pensamos que se ha perdido la oportunidad de añadir “pese al intento de reforma agraria de la II República”, como señalábamos en nuestras propuestas de enmienda al último borrador que analizamos.
También en el apartado de competencias específicas, se nombra el “proceso reformista y democratizador que emprendió la II República, así como las reacciones antidemocráticas que se generaron ante su avance y el golpe de estado que supuso su fin». Y señala: “resulta necesario que el alumnado forme juicios propios argumentados en fuentes fiables y en trabajos históricos contrastados, que eviten la desinformación y favorezcan el diálogo. La Guerra Civil y el Franquismo dan cuenta del grado de violencia que pueden adquirir los conflictos y de las consecuencias del uso dictatorial del poder, hechos estos, traumáticos y dolorosos, que deben conocerse con rigor para que nunca más vuelvan a producirse”. Tenemos aquí, por tanto, una redacción impecable, que ayudará mucho a los centros educativos y al profesorado a hacer un buen trabajo sobre los temas referidos a memoria histórica. Pero aparece otro posible debate conceptual. La utilización de “guerra civil» y no de “guerra de España”, como proponen algunas asociaciones memorialistas de descendientes del exilio español en Francia. Si utilizamos el concepto de guerra de España estaremos colocando en el centro la participación internacional: aviación nazi, armada y ejercito fascista, política de no intervención, ayuda de la URSS, etc. Si utilizamos el concepto de guerra civil nos encerramos en la idea de conflicto entre españoles. Es este otro tema importante, pero que tampoco es el objeto de este artículo.
Podemos encontrar otros ejemplos en el apartado de criterios de evaluación, en los referidos a las competencias específicas una y quinta. En la una se nos señala como criterio de evaluación: “Reconocer el legado democrático y las acciones en favor de la libertad”. Y en la quinta, aparecen dos referencias. La 5.1: “Referir el papel que han representado las creencias religiosas y las instituciones eclesiásticas en la configuración territorial y política de España, considerando críticamente aquellos momentos en los que ha primado la uniformidad y la intolerancia contra las minorías étnicas, religiosas o culturales.” Y la 5.3: ”Emplear el rigor metodológico de la historia en el estudio de las grandes reformas estructurales que acometió la II República, identificando sus logros y las reacciones antidemocráticas que se produjeron y que derivaron en el golpe de Estado de 1936, aproximándose a la historiografía sobre la Guerra Civil y al marco conceptual del estudio de los sistemas totalitarios y autoritarios a través de la interpretación de la evolución del Franquismo.” Son redactados también apropiados para un buen trabajo sobre los temas relacionados con la memoria histórica.
Por último, me gustaría destacar algunas cosas que aparecen en el apartado de “Saberes básicos”:
1.- “El nacionalcatolicismo. Laicismo, librepensamiento y secularización. El anticlericalismo.” Aparece así redactado en el punto referido a “Religión, Iglesia y Estado”.
2.- “Los exilios en la España contemporánea y su contribución a la construcción de la Europa de las libertades”. Aparece así redactado en el punto referido a “Ideologías y culturas políticas en la España contemporánea”.
3.- “La II República y la transformación democrática de España: las grandes reformas estructurales y el origen histórico de las mismas. Realizaciones sociales, políticas y culturales; reacciones antidemocráticas contra las reformas”.
4.- “El golpe de estado de 1936, la Guerra Civil y el Franquismo: aproximación a la historiografía sobre el conflicto y al marco conceptual de los sistemas totalitarios y autoritarios. Fundamentos ideológicos del régimen franquista, relaciones internacionales y etapas políticas y económicas. La represión, la resistencia, el exilio y los movimientos de protesta contra la dictadura por la recuperación de los valores, derechos y libertades democráticas”.
Interesante señalar la separación entre los saberes referidos a II República y los referidos a la Guerra, huyendo del planteamiento teleológico que ofrece la historiografía revisionista y que ha permeado en algunos, siempre demasiados, libros de texto, que colocan en el mismo tema la II República y la Guerra y en otro, el Franquismo y la Transición.
Como conclusión, un buen texto, que ayudará a centros y docentes, y algunas cuestiones terminológicas para el debate. Mientras no lo hagamos, propongo que no perdamos por el camino el concepto de memoria histórica y que, en todo caso, acompañemos la memoria con dos adjetivos unidos por una conjunción copulativa: memoria histórica y democrática.
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