Jaime Ruiz Presidente de AMESDE Asociación de la Memoria Social y Democrática

Jaime Ruiz
Jaime Ruiz Presidente de AMESDE Asociación de la Memoria Social y Democrática
Manuel Menor Currás
Manuel Menor Currás
Profesor de Historia

Si en la escuela se trata de transferir competencias y saberes para el futuro de las nuevas generaciones, ¿por qué tiene importancia la memoria del pasado?

Las nuevas generaciones de ciudadanos/as tienen derecho a saber de dónde vienen para estar más seguros de hacia dónde irán en el futuro. A ellos hay que darles a conocer la verdad de lo sucedido en nuestro país, especialmente con el reconocimiento a quienes hicieron posible que hoy tengamos una sociedad democrática, con valores inspirados en los Derechos Humanos como garantes de una convivencia en Paz. Quizá, también, porque tenemos presente lo que decía Simone Weil:»El pasado destruido no se recupera jamás. La destrucción del pasado quizás sea el peor de los crímenes «.

En AMESDE, desde su fundación, propugnamos que la pedagogía de la memoria es indispensable para una sana y libre convivencia democrática. Por eso apoyamos las propuestas de la Ley Org.3/2020, que plantea que se recogerá “el conocimiento de la historia de la democracia en España, desde sus orígenes a la actualidad y su contribución al fortalecimiento de los principios y valores democráticos definidos en la Constitución española de 1978”.

¿Por qué hay tanto interés en no acordarse de lo acontecido a generaciones inmediatas a la nuestra?

La recuperación de la democracia, después de 40 años de dictadura totalitaria y criminal, no fue sencilla, y los obstáculos se multiplicaron porque se mantenían sectores poderosos dispuestos a mantener el franquismo sin Franco. Tomás Valiente lo expresó en los siguientes términos: «Hemos hecho en este país la transición a la democracia sobre la bisagra de una reforma cimentada en el silencio y la ruptura de la espiral de la venganza. Así había que hacerlo y no hay que arrepentirse de ello. Pero del silencio al olvido y la ignorancia solo hay dos pasos, y seria pernicioso que muchos los dieran»

Presides AMESDE casi desde el principio. Miguel Núñez apenas vivió tres años. ¿Cuál era el objetivo de tu Asociación?

Jaime RuizAMESDE, desde su creación, se planteó denunciar el denominado «revisionismo histórico» como justificante o rostro amable del franquismo a finales del siglo pasado, y propugnar el reconocimiento de la II República como el antecedente más inmediato y la más importante experiencia democrática de nuestro pasado. Se trataba, asimismo, de defender políticas públicas dirigidas al conocimiento de nuestra historia, al fomento de la memoria democrática y al deber de su memoria; todo ello en el marco de la justicia transicional, los DDHH y la convivencia en libertad.

Reivindicamos la memoria y dignidad de las víctimas exigiendo sus derechos a la Verdad, Justicia y Reparación, junto a medidas de no repetición, para que sin olvido, silencio, ni manipulación, la democracia de nuestro país fortalezca la solidez de sus fundamentos.

¿De qué trabajos realizados hasta ahora estáis más satisfechos?

Quizás, por citar uno emblemático, la “Cátedra de MH del siglo XX”, dirigida por Julio Aróstegui, hasta su fallecimiento, en la UCM. Y como corresponde  a una ONG activa, nos satisfacen los cursos, encuentros, talleres, seminarios que organizamos. Iniciamos un camino para evitar que una parte fundamental de nuestra historia, especialmente la borrada, ocultada o tergiversada desde las instancias oficiales de la dictadura o afines, y que no se perdiera o ignorara. Participamos en el movimiento memorialista y somos promotores, junto a otras muchas asociaciones, de la creación de la Comision de la Verdad y, también, de estudios y debates sobre proyectos legislativos relacionados con la MH, DDHH, Educación y Cultura.

¿Qué aportaciones habéis hecho al mundo educativo?

Desde esas y otras actividades,   editamos libros y trabajos de interés, sobre libros de texto,  estudios de género, situación de las víctimas, sus testimonios y memorias. Hemos presentado libros y trabajos sobre temas transversales, incluidos los relacionados con la Justicia Transicional, textos y recomendaciones de Organizaciones internacionales. Realizamos un taller de literatura y Guerra de España, convenios de colaboración con ONGs e instituciones de nuestro país, europeas y latinoamericanas principalmente. Hemos participado, asimismo, en FESCIMED, festival internacional de cortos sobre MH, en encuentros transfronterizos o eventos en diferentes territorios, y en campañas de difusión y defensa de las derechos de las víctimas y los valores que nos hacen ser más libres y comprometidos con el deber de memoria.

¿Echas de menos alguno de vuestros objetivos en los colegios, escuelas e institutos?

Sí, hay muchas carencias en los currículos, en las programaciones de muchos centros y en la formación de numerosos profesores. Aprobada la LOMLOE, hay que aprobar los currículos, no solo a nivel estatal -que ya están en ello- sino también en las CCAA, y sabemos de algunas que ya han anunciado sus objeciones. Nos interesa mucho animar la actualización “innovadora” en este campo y favorecer el intercambio de experiencias.

En la Convencion realizada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en noviembre pasado, habéis tratado de relacionar vuestras preocupaciones sobre la Memoria con los Derechos Humanos y la Cultura de la Paz en su proyección hacia la Educación. ¿Cuál es la carencia que tratábais de cubrir?

La Convención fue una experiencia muy positiva, sin duda, para los participantes y muy especialmente para mí, para los interesados en la MD y en la educación. Facilitó un diálogo con la Secretaría de Memoria Democrática de la Presidencia del Gobierno, y la Secretaría de Estado del Ministerio de Educacion y FP. Hubo una exposición oral sobre la concepción del deber de memoria, intervenciones de los 2 Relatores de la ONU, del mundo del derecho internacional humanitario, memorialistas y educadores, y fue muy enriquecedor un panel de exposición de experiencia en asociaciones y centros educativos de distintos lugares de España.

¿Cuál fue vuestra impresión del resultado de aquella Convención, a la que ahora va destinado este monográfico de INNOVAMOS?

Esta convención nació con la pretensión de poner en común la situación de la MD y la Educación, con participación de la iniciativa social; se trató de ver el estado de la cuestión, para impulsarla, ampliarla y fortalecerla. Debo señalar que estas iniciativas son positivas, y lo serían más si abundaran, tuvieran regularidad y se difundieran mejor sus contenidos y propuestas…

¿Qué planes tenéis para que vuestro trabajo llegue al profesorado escolar?

La difusión de nuestros trabajos se hace no solo a través de las Redes; hacemos encuentros, jornadas, seminarios y cursos. Editamos cuadernos, materiales y talleres específicos, igual que una ONG escasa en recursos materiales, pero con muchos voluntarios comprometidos y capaces de sacar adelante las tareas acordadas. Nuestros socios, amigos y simpatizantes, trabajan con los brazos abiertos a otros grupos, entidades y asociaciones interesadas en  los mismos temas y preocupaciones culturales. 

Algunas de vuestras actividades han analizado  los libros de texto habituales en los centros escolares. ¿Cuál es a vuestro modo de ver la relación que hay y la que debiera haber entre Memoria e Historia?

Hoy la educación se plantea en ámbitos multidisciplinares, con tareas o actividades que implican varias áreas de conocimiento; abandona el enciclopedismo decimonónico que nosotros padecimos. La educación tiene que proponer, en las etapas obligatorias, centros de interés, proyectos y actividades que exigen materias diversas. Claro que la Historia investiga, como ciencia; la Memoria no sustituye esa labor. El papel de la Memoria es testimonio, es la óptica de quién la vive o la padece, a la que hay que añadir el ámbito de la ética y la identidad, ese conjunto al que llamamos desde el siglo pasado el deber de memoria (DM).

Por lo que contaba en 2016 Fernando Hernández sobre El bulldozer negro del general Franco, la “historia actual” que se enseña a las nuevas generaciones no es la adecuada. ¿Sigue habiendo problemas para hablar de los asuntos de Memoria?

Estamos en un momento de posible superación, de impulso y,  si se atienden las demandas de las víctimas y las de Organizaciones internacionales, nuestros valores y compromisos democráticos serán mayoritarios y nos harán mejores ciudadanos. Desde 2007, primera ley de MH, hasta 2022 no hemos dispuesto de una Ley que incorporara la Memoria Democrática en el sistema educativo, un proyecto de ley que reconociera derechos y obligaciones que no dejaran ausentes  a la mayoria de las administraciones.

En el ámbito autonómico, todas las CCAA —menos Madrid, Galicia y Murcia— se han dotado de marcos legislativos nuevos Y en el campo de la educación existen multitud de centros educativos que tienen previsto realizar actividades relacionadas con la MD desde su programación anual de Centro.

¿Los nuevos currículos escolares de la LOMLOE recogen bien las aspiraciones de quienes pugnan porque la amnesia sobre el pasado reciente desaparezca, y los derechos de sus víctimas sean tenidos en cuenta?

Las líneas aprobadas por el Ministerio de Educación  van en la dirección acertada, tienen los objetivos generales presentes y plantean, de manera clara, que es de obligado cumplimiento incluirlos en las actividades educativas de los centros. Falta comprobar cómo desarrollan su parte las CCAA, pues tienen competencia en su territorio y, a veces, parece que algunas, más que en de­sarrollarlos, ponen interés en limitar o entorpecer los marcos generales.

Y queda todavía una enorme labor, que en nuestro país, es dificultosa y lenta por falta de estímulos. Me refiero a los incentivos que provocan  materias nuevas o viejas tecnologías, la participación de la comunidad escolar,  la relación con el entorno natural, social y ciudadano, la implicación de entidades culturales o de vecinos, excursiones y prácticas de trabajo o costumbres locales, y un largo ámbito de cambios  que ayuden a mejorar toda la tarea educativa, también la social e informal.

Sigue habiendo un problema con los muertos en España, que sigue dividiendo la sociedad. ¿Qué hace falta para evitar la equidistancia y que prevalezcan los derechos humanos en su consideración, recuerdo y memoria?

Sí, es una vergüenza que afecta a la calidad de nuestra democracia. Somos el segundo país en el mundo en número de fosas con restos humanos sin identificar. No hemos hecho el reconocimiento publico y legal a la dignidad de las víctimas de la dictadura. Nosotros compartimos el criterio de  la CIDH, de exigir a los Estados que aseguren un planteamiento integral de la memoria adoptando políticas públicas coordinadas con procesos de justicia y rendición de cuentas, la búsqueda de la verdad, el establecimiento de reparaciones y medidas de no repetición. Esta ultima tiene en la educación una herramienta fundamental, teniendo en cuenta la enseñanza de los derechos humanos en su universalidad, indivisibilidad e interdependencia, y en cumplimiento de lo establecido por el derecho internacional. Saludamos y apoyamos que en nuestro país se aborden las iniciativas de carácter legal, educativo y cultural, desde políticas publicas que reconozcan la dignidad de las víctimas de la dictadura, y establezcan medidas de no repetición, entre ellas las educativas, para fortalecer una sociedad organizada de forma justa, libre y solidaria.

¿En qué medida educar en la igualdad, inclusión y democracia es posible con una memoria histórica degradada y poco compartida?

Es impensable fortalecer la convivencia sin atender a la verdad, la justicia y la reparación que las víctimas y la sociedad necesitan. Si se quiere cumplir como ciudadanos de un Estado Social y Democrático de Derecho, es imprescindible enfrentarse a la historia-memoria de nuestro pasado reciente, conocerlo, y que los ciudadanos sean educados en ese conocimiento. Para asentar la democracia, es importante reconocer a los que  no dudaron en defender con su vida las libertades, los derechos y la solidaridad. Recordar para aprender y aprender para no repetir: de eso se trata; si no, será una educación incompleta. Una educación democrática de calidad, como la que merece nuestro país, necesita un trabajo continuado sobre estas cuestiones, tan implicadas en la historia de este presente. Creemos que el objetivo debe ser conseguir que toda la ciudadanía este democráticamente alfabetizada desde una praxis critica, comprometida con la justicia social, los DDHH y la cultura de Paz.

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