De aquellos polvos, estos lodos. La huelga educativa
Los años posteriores a la crisis económica iniciada el 2008 vinieron marcados por las medidas de austeridad impuestas en muchos países tras las recomendaciones de los organismos europeos, recortando el gasto social y la inversión en los servicios esenciales como la sanidad, la vivienda, el empleo y la educación.
En España el tijeretazo fue de distinta intensidad según la Comunidad Autónoma; el recorte catalán fue pionero en el Estado, mientras que España recortaba en educación cuatro veces más que la UE, Cataluña daba una lección magistral al Gobierno de cómo se debía gestionar el gasto público y lo hacía cinco veces más, aplicando las primeras reducciones salariales a sus funcionarios docentes como la supresión de las pagas, la conversión de los sexenios a nueve años y la eliminación de mejoras, enmarcadas en acuerdos sindicales que se habían logrado en las mesas de negociación, pero que con la excusa de la crisis el Govern no dudó en desactivar, con la promesa de devolverlas en cuatro años.
Una década más tarde se mantienen estos recortes y hay una huelga en Cataluña para exigir el retorno de estas condiciones pactadas años atrás con los sindicatos y que todavía no hemos recuperado.
Los acuerdos sindicales que dan protección social a los trabajadores y mejoran sus condiciones profesionales son el factor de calidad más importante de la educación pública e influyen directamente en medidas de equidad, como el incremento de plantillas en los centros, la reducción de ratios o el aumento del personal de atención entre otras.
Sin embargo, lideramos la infrafinanciación educativa con el 3,6% PIB, muy por debajo de la media estatal, la misma inversión que tiene Albania y que teníamos hace 10 años, pero con 150.000 alumnos y alumnas más.
Cataluña desplegó su ley educativa (LEC) basada en la autonomía de gestión y de selección en los centros y vertebrada sobre el Servicio Público de Educación. Se definía un peculiar modelo educativo que introducía elementos neoliberales y conservadores influyendo en la LOMCE y en desarrollos normativos; el más destacado, el modelo de gestión empresarial que implantó Cataluña en la escuela pública, con normas que otorgaban nuevas funciones al director o directora de selección de personal —supuestamente para adecuar el personal al proyecto propio de cada centro– que permiten sortear el orden de las listas de interinos, vulnerando el acceso bajo los principios de igualdad, mérito y capacidad propios de la administración.
En términos educativos, este modelo ha sido un fracaso porque no ha habido ninguna mejora objetiva de la calidad académica, de rendimiento o de mejora de los datos del territorio respecto al resto que lo pueda avalar; en cambio sí que repercute negativamente en la calidad del trabajo con implicaciones directas sobre las personas, que pierden el puesto de trabajo, e indirectas sobre las que no pueden acceder a determinadas plazas siguiendo el orden de listas por estar ocupadas por personas con números superiores de lista. Además, supone una regresión democrática de los órganos de participación, claustros y consejos escolares, al limitar la libertad de expresión de las personas ante el miedo a contradecir la dirección y perder la continuidad en el centro.
En este periodo la Consejería expulsó a miles de docentes, estancó el crecimiento de la oferta pública mientras los jóvenes retornaban al sistema educativo y aprovechó para poner en práctica políticas, conniventes con las esferas de poder que tenían interés en hacer negocio con la educación y que no solamente consistieron en estancar la oferta pública, sino en hacer políticas de degradación de ésta que afectaron a su calidad, para que no fuera percibida por la sociedad como una opción de calidad, como los recortes en los servicios básicos, la supresión de las becas en infantil y la aplicación de tasas públicas a la Formación Profesional.
La administración al servicio de la empresa
La FP fue el laboratorio de pruebas para extender la privatización y la cultura empresarial en la educación como no se había hecho en ninguna otra etapa, a través de proyectos piloto y medidas flexibilizadoras, con la ayuda de abundante narrativa y retórica, consolidada en normativas y orientaciones a los centros.
En 2012 la Consejería publicó una normativa sin precedentes que permitía que cualquier empresa con una plataforma electrónica adecuada y profesorado pudiera impartir ciclos de FP a distancia con una ratio de 90 alumnos por aula. Textualmente suponía un avance en la libertad de enseñanza que ampliaba las posibilidades de elección de lalumnado yla oferta de los ciclos de grado medio no presenciales responden al interés general y eran susceptibles de formar parte del Servicio público de Educación, junto a los centros sostenidos con fondos públicos.
El 2014 se endureció el acceso a la FP pública con la aplicación de las tasas al grado superior, que únicamente persisten hoy en Cataluña y Madrid. Las universidades públicas catalanas empezaron a ofertar FP el 2015, mediante la fórmula de fundaciones, la más reciente la UPC este mismo año tras la concesión de la gestión del primer centro integrado en la comunidad autónoma. En los años siguientes el alumnado en centros privados a distancia creció exponencialmente hasta el día de hoy en el que la mitad del alumnado de FP online privada del estado está en Cataluña.
Entre el resto de medidas implementadas destaca la importación del modelo alemán dual a propuesta de los organismos europeos basado en el aprendizaje en el trabajo, considerándolo la fórmula para mejorar las cifras de desempleo juvenil que entonces superaban con creces los niveles de los países vecinos, pero sin importar los mínimos de calidad del modelo alemán, como el contrato laboral o la participación sindical en los convenios. No hubiera sido posible sin la colaboración de ciertos partners empresariales “comprometidos con la empleabilidad” de las personas y organizados en la Alianza por la FP Dual impulsada por la Fundación Bertelsmann, que aprovechando la sede en Barcelona, firmó los primeros convenios con la patronal Foment, el Ayuntamiento de Barcelona y el Departament d’Ensenyament, con el que firmó dos convenios para impulsar la dual y su modelo de orientación educativa en los centros de secundaria a cambio de promocionar la Alianza desde la administración.
Pero la corresponsabilidad de la empresa con la FP dual y convencional ha sido mucho menor que el márqueting que ha hecho la administración educativa, incapaz de implantar un modelo de calidad fundamentado en el contrato laboral, teniendo esta opción y la competencia como han desarrollado otras CCAA.
En el año 2015 Cataluña aprobaba su primera Ley de FP que ha ido desplegando muy lentamente creando nuevas estructuras en el sistema y un sistema de gobernanza que integra de forma no paritaria a los sindicatos de clase y las patronales. La ley no contó con el apoyo de CCOO al considerar que no respondía a las cuestiones fundamentales para que la FP superase las limitaciones y las desigualdades vigentes aún a día de hoy.
Con la entrada en el Govern d’Esquerra junto a Junts se intensificaban las campañas de publicidad triunfalistas en la educación y la FP, dedicando una cantidad ingente de recursos públicos para enmascarar los datos de alumnado sin plaza pública de FP, inflar las cifras del alumnado en dual y obviar la existencia del abandono escolar en la FP. Con ”la legislatura de l’FP” se mantienen las políticas de austeridad y aplican medidas disfrazadas de ‘mejoras’ sin consenso con los sindicatos y la comunidad educativa; la reciente reforma curricular impuesta mientras se preparaba la nueva ley orgánica de FP, anticipó la dualización de los currículos, aumenta las horas en la empresa y disminuye horas curriculares de módulos impartidos en el centro educativo fundamentales para la formación íntegra de las personas trabajadoras como la Incorporación al Trabajo, un recorte de sesgo ideológico.
La nueva Ley de FP y la negociación colectiva, una oportunidad para mejorar la calidad de la FP
La nueva Ley de FP y la inyección presupuestaria con fondos propios y europeos nos brindan una excelente oportunidad para revertir los recortes y las desigualdades existentes en el sistema de FP. La ampliación de la oferta pública, la eliminación de las tasas públicas, la regulación de becas transporte y la mejora de las condiciones profesionales y organizativas de los centros educativos en un contexto de integración de la oferta y de ampliación de servicios en los centros, como la acreditación permanente, justifican más que nunca la actualización del Acuerdo de FP que se firmó en 1999, en el marco de la mesa de negociación sindical y que introdujo mejoras en la calidad y la equidad de la educación profesional como la reducción de ratio mediante desdobles, las horas necesarias para realizar acreditación y la formación del profesorado que afecta directamente a la calidad de la FP.
Aunque el Departament saque pecho de sus políticas de inclusión y contra la segregación, éstas dejan al margen al alumnado más vulnerable, el que cursa FP. La actualización de este acuerdo reclamado por CCOO desde el 2015 debería incluir el personal de apoyo específico y los recursos necesarios para garantizar la inclusión y la accesibilidad universal en la FP y una Estrategia de Orientación para combatir el abandono escolar y la brecha de género que tienen determinadas familias profesionales.
En los próximos cursos veremos si la administración sigue legislando en beneficio de ciertos sectores económicos o en beneficio de la ciudadanía con políticas sociales.
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