Hace dos años que Mabel Lozano, directora de documentales y una de las voces más reconocidas en materia de trata de personas con fines de explotación sexual en España, estrenaba Chicas Nuevas 24 Horas en el Festival de Málaga y vivía una anécdota: al terminar la película, nadie aplaudía ni se movía de sus asientos. No porque no gustase, sino porque era tan impactante conocer este brutal negocio de la manera que ella lo puso en pantalla, que gran parte del público no sabía cómo reaccionar. Desde entonces, premios y muchos reconocimientos, que la han llevado a recorrer varios países, festivales y distintos eventos. No obstante, uno de los destinos más interesantes para Mabel estos dos últimos años han sido los institutos de Educación Secundaria, a los que llega con su documental para educar, sensibilizar y derribar mitos a través del poder de la imagen en movimiento. El cine vuelve a demostrar que es una poderosa herramienta educativa.
¿Por qué es importante sensibilizar a las y los jóvenes en materia de trata de personas con fines de explotación sexual?
Porque viven en este siglo y no es posible que no sean conscientes de que conviven con esclavos y esclavas que están muy cerca. La juventud de hoy desconoce que la trata, la explotación sexual, el abuso y la violencia están en sus entornos inmediatos, en los clubes de carretera por los que pasan habitualmente con sus padres cuando van al colegio, en esa rotonda que cruzan a menudo y donde hay mujeres ejerciendo la prostitución, en esa sauna o en esos pisos que a veces se encuentran anunciados en el parabrisas del coche de sus padres… No obstante, para ellos la trata ocurre fuera de nuestras fronteras. Por ello, primero hay que informarles que la esclavitud existe, que tiene mayoritariamente rostro de mujer, que se llama trata con fines de explotación sexual y que, por cercanía, ellos y ellas deben conocer esta realidad y comprometerse.
¿Cómo surgió la idea de trabajar esta temática en el ámbito educativo?
Porque el cine es una herramienta muy transformadora que llega inmediatamente a la ciudadanía. Es muy importante el cine de entretenimiento, pero también lo es aquel que aporta valores, que te saca de tu zona de confort y te enfrenta con la realidad. Durante muchos años he hablado de trata en espacios, programas y asambleas dedicados a las mujeres, y al final es muy endogámico, porque hemos estado trabajando en formar y sensibilizar a quienes ya lo estábamos. Entonces, el movimiento transformador que va a cambiar el mundo será a través de la educación a temprana edad.
¿Ha habido algún tipo de dificultad a la hora de abordar un asunto tan duro y complejo con jóvenes y adolescentes?
Desde que hice Voces contra la trata hace 11 años hasta Chicas Nuevas ha habido un gran cambio. Pero lo de llegar a los centros educativos ha sido algo reciente. La directora del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha vio el documental en el estreno y pensó que efectivamente no hacía pornografía del sufrimiento humano, era respetuoso y que ponía el foco en la vulneración de derechos humanos, y entendió que era un material único para llevárselo a los chavales y fue la primera que apostó por llevarlo a los institutos. A partir de ahí, se ha convertido en una gran herramienta social y transformadora.
¿Cuántos IES y universidades han proyectado el documental hasta ahora?
¡Muchísimos! Creo que casi un centenar entre institutos y universidades, tanto de España como de otros países. Y luego, de la mano de nuestros coproductores, hemos estado en institutos del interior de Paraguay, con la copia doblada al guaraní, para empoderar a las niñas y decirles lo que ocurre.
¿Cómo ha sido la experiencia de llevar el documental a los institutos de Educación Secundaria?
Para mí ha sido un descubrimiento. Primero, porque yo también aprendo mucho de sus preguntas. Llevo tantos años trabajando contra la trata que, a veces, pierdo mucho la perspectiva. Con ellos vuelvo a hablar de leyes, de cuerpos de seguridad del Estado, del demandante de servicios sexuales de pago, y es muy motivador. Me encuentro casi siempre con un público muy respetuoso y dispuesto a participar.
¿Cuál es la reacción más común entre las y los estudiantes después del visionado del documental?
En todos los sitios donde hemos estado es la misma pregunta, ¿por qué, si se sabe que detrás de los locales de alterne hay trata, no se clausuran? Los datos son evidentes: el 80% o el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución en nuestro país son víctimas de este delito. Los clubes de carretera y todos los puticlubes son cárceles de neón, donde hay mujeres en situación de verdadera esclavitud.
¿Reaccionan de forma distinta mujeres y hombres ante la realidad de la trata que muestra el documental?
No realmente. Las niñas se sorprenden quizás un poco más, porque las mujeres en España, y en general, no somos víctimas de trata. Por lo cual, durante mucho tiempo hemos sido muy laxas. Pero no olvidemos que también somos educadoras y que a esos hijos que consumen sexo de pago, les educamos nosotras. Hemos normalizado que otras mujeres ejerzan la prostitución, mientras que no sean nuestras hijas o las mujeres de nuestro entorno. Y eso es algo que debe cambiar…
¿Cuáles son los mitos más habituales que es necesario desmontar respecto a la trata, la explotación sexual y las cuestiones de género cuando se aborda esta temática en los centros educativos?
Una de las primeras cosas que hay que aclarar es que la trata y la explotación sexual están en la prostitución, se dan la mano. Por eso, cuando se habla de regularizar la prostitución y erradicar así este delito, no es cierto. No ha pasado así en Holanda ni en Alemania, donde se ha triplicado la trata. A pesar de que hay mujeres con la situación regularizada, hay cientos de otras detrás que no lo están y se venden más baratas en el mercado. Luego, hay que romper la idea de “mujeres de vida alegre”, porque es un cliché. En 12 años nunca me he encontrado una mujer alegre, ¡nunca! Después, el “están ahí porque quieren” no es real, porque son mujeres que han venido desnudas de derechos y no han tenido otra oportunidad.
Además del documental, ha puesto en marcha una exposición itinerante, que también sirve como herramienta educativa.
Este es un proyecto multicanal que tiene varias patas muy importantes: la web, porque trabajamos con jóvenes de Secundaria, que son nativos digitales y cuyas ventanas naturales son Internet y las redes sociales. Por otro lado, está la exposición, que invita al público a conocer el viaje desde los países de origen hasta la situación de esclavitud de las víctimas. Y la novela escrita por Charo Izquierdo, Puta no soy, basada en la historia de la protagonista más joven de la película. Todas son potenciales herramientas educativas a través de las cuales llegamos a jóvenes y adolescentes.
¿Cuánto recorrido le queda a Chicas Nuevas?
Yo pensaba que poco, pero es inabarcable. Justo hace un momento estaba haciendo un vídeo para la presentación en La Paz, sigue estando en varios festivales, se emitirá pronto en Canal Extremadura… Estrenamos en 2015 y todavía tenemos fechas programadas para proyectar el documental hasta noviembre de este año. ¡Es impresionante!
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