En el artículo 6 de la LOMLOE se define el currículo como “el conjunto de objetivos, competencias, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada una de las enseñanzas reguladas en la presente Ley.” El punto 6 del mismo artículo señala que “las Administraciones educativas revisarán periódicamente los currículos para adecuarlos a los avances del conocimiento, así como a los cambios y nuevas exigencias de su ámbito local, de la sociedad española y del contexto europeo e internacional.” Ambas cosas interesan a la hora de abordar la inclusión de la memoria histórica en el currículo.
Por una parte, para asegurar que las temáticas relacionadas con la memoria histórica queden recogidas de forma explícita en los decretos de currículo, tanto en lo referido a objetivos, como a competencias, contenidos y criterios de evaluación. Sólo así podremos evitar alguna tentación por parte de algunas comunidades autónomas (según los partidos que las gobiernen), de algunos centros educativos (según su ideario, explícito u oculto) o de algunas editoriales de libros de texto. La tentación puede ser pasar por alto estos temas o tratarlos de manera no coincidente con los avances de la investigación histórica rigurosa. Tenemos que ser conscientes de que hoy en día algunas editoriales llegan incluso a hacer diversas versiones de los libros de texto de historia según vayan dirigidos a centros públicos o privados y, dentro de estos últimos, a los privados-concertados de matriz religiosa tan numerosos en nuestro país.
Por otra parte, se evitará, dejando claro en los decretos de currículo que los temas de memoria histórica forman parte de manera fundamental de la enseñanza, la tentación de obviarlos por algún sector del profesorado, debido al temor de que estos temas puedan suscitar reacciones contrarias, tanto entre algunas familias, quizás pocas pero que ejercen mucha presión, especialmente tras la puesta en circulación del término “adoctrinamiento” por los partidos de la ultraderecha para referirse a prácticas docentes que inciden en la educación en memoria; como entre la dirección de algunos centros educativos. Explicitar estos temas de forma clara en los decretos del currículo fortalecerá y dará tranquilidad al profesorado para trabajarlos con su alumnado en las aulas.
Es muy importante también tener en cuenta el punto 6 del artículo 6 de la LOMLOE ya citado porque, para los temas de memoria histórica, será fundamental la revisión periódica de los currículos “para adecuarlos a los avances del conocimiento, así como a los cambios y nuevas exigencias de su ámbito local, de la sociedad española y del contexto europeo e internacional”. En España, los avances que se están produciendo en las investigaciones rigurosas sobre la II República, el golpe de estado militar del 36, la guerra que provocó y la larga dictadura franquista posterior con la dura represión que la caracterizó, son muy importantes y deben obligar a esta revisión periódica de los currículos. También son importantes las exigencias de la sociedad que, organizada en el movimiento memorialista, está planteando, tanto localmente como a nivel estatal. Por último, no debemos olvidar, situándonos en el contexto internacional, los reiterados mandatos de la ONU a nuestro país sobre las deficiencias todavía vigentes en términos de derecho a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición. Es evidente que el sistema educativo es clave para que la población joven pueda disfrutar de este derecho a la verdad y pueda garantizar, como ciudadanía formada, la no repetición de los crímenes que ensangrentaron nuestra historia durante la parte central del siglo XX.
Además de estas referencias de la LOMLOE interesa también citar el Proyecto de Ley de Memoria Democrática actualmente en tramitación parlamentaria —desgraciadamente ya lleva 8 meses de tramitación, ya que se han ampliado nueve veces los plazos para la presentación de enmiendas–. En el artículo 44 de este proyecto de ley, referido a “Medidas en materia educativa y de formación del profesorado”, podemos leer en el punto 1: “El sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas. A tal efecto, se procederá a la actualización de los contenidos curriculares para Educación Secundaria Obligatoria, Formación Profesional y Bachillerato”. Así que aquí también nos encontramos con esta idea de actualización del currículo.
Pero, cuando nos ponemos a pensar en concreto dónde y cómo trabajar la memoria histórica en las materias de Historia de Bachillerato, nos encontramos con un problema previo, que tiene que ver con la organización curricular y que no resiste la comparación con otros países, añadiendo, por tanto, otra anomalía española, que se suma a otras ya denunciadas en los asuntos referidos a la memoria histórica. El problema es que esta anomalía no sólo no se ha resuelto en la LOMLOE, sino que ha quedado consolidada en esta ley. Nos referimos a la separación, en los dos cursos de Bachillerato, de dos asignaturas de Historia: una lleva por nombre Historia del Mundo Contemporáneo y la otra Historia de España. Esta anomalía española se hace evidente si nos comparamos con otros países. Todavía no hemos encontrado una separación similar en aquellos de los que hemos recogido información. Veamos algunos ejemplos: En Francia, El estudio de la revolución francesa abre el programa de Premier (nuestro 1º de Bachillerato), y llega hasta el mundo posterior a la Primera Guerra Mundial. El programa de la clase Terminale (nuestro 2º de Bachillerato) parte de la crisis de los años 30 y llega hasta nuestros días. En Portugal, la Historia dedica todo el 12ª año (nuestro 2º de Bachillerato) al estudio del siglo XX. En Italia, en 4º año (nuestro 1º de Bachillerato), se estudian los siglos XVIII y XIX y en 5º año (nuestro 2º de Bachillerato), el siglo XX y el mundo actual. En Alemania, con una organización bianual de las materias, en los cursos 11 y 12, nuestros 1º y 2º de Bachillerato, se estudia la materia Historia Contemporánea Universal. En Argentina, la materia Historia de 4º y 5º año, nuestro Bachillerato, trata sobre el siglo XX en diversas escalas de análisis: mundial, regional y local. Es decir, que la anomalía española de separar la Historia de España de la del Mundo no se produce en otros países.
Y, ¿por qué esta anomalía dificulta un buen trabajo en Bachillerato sobre los temas que atañen a la memoria histórica? Para responder a esta pregunta nos tenemos que plantear si con esta organización curricular haremos comprender y recordar bien a nuestro alumnado temas como los siguientes: que la fundación de Falange Española toma como modelo al Partido Fascista italiano y su programa; que la intervención militar de la Italia fascista y la Alemania nazi en apoyo al golpe de estado de 1936 y a los sublevados, unida a la política de no intervención de los países democráticos, fueron determinantes en el resultado final de la guerra que acabó con la II República; que los conceptos de Duce, Führer y Caudillo están profundamente emparentados en su significado de jefe indiscutible; que muchos republicanos españoles exiliados acabaron en el campos de concentración nazis, que otros muchos de estos republicanos exiliados formaron parte fundamental de la Resistencia Francesa; que partisanos italianos, maquis franceses y guerrilleros españoles representan una misma manera de luchar contra el fascismo; que la Guerra Fría favoreció la larga duración de las dictaduras del sur de Europa (Portugal, España y Grecia); que la entrada de estos países de la Europa Occidental en el proceso de integración europea, iniciado con el Tratado de Roma, se vio muy retrasada por sus regímenes dictatoriales, etc.
En resumen, tenemos un problema importante con esta anómala organización curricular de la Historia en el Bachillerato. Y más pronto que tarde se tendría que solucionar.
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