los cachivaches tecnológicos
son nuestras nuevas mascotas
dormimos con ellos
nos desvelamos si nos llaman
nos divertimos con lo que nos dicen
tecleamos y tecleamos
pulsamos y pulsamos
cargamos y cargamos
así convertimos a los amigos
en distantes robots
sin apps
qué lástima
pues estos no nos retroalimentan
como los de carne y hueso
pero es que con los cercanos
paradójicamente
no podemos
estar permanentemente conectados
y eso resulta inaceptable
la desconexión es como la muerte
hasta dios nos llega por internet
así prescriben las relaciones personales
su silencio perpetra emocionales crímenes
y cae en receso lo íntimo
salvo en los selfies
ahora entiendo el sentido del coloso goyesco
tremebundo androide
que se alimenta de nosotros
se asegura que las máquinas nos dan libertad
en la protofusión globalizada
que se espolea por tañidos
de badajos teledirigibles eficazmente
sin detractores
magia innegable del domador de redes
aunque aduzcamos escepticismo
infligiendo nubes invisibles
desincentivando pócimas
y consumiendo proteínas en cápsulas
empezamos los años de fuga
hacia la alta siniestralidad de lo humano
a partir de los nuevos púlpitos
y las brechas inéditas
todo es diabólico
por eso gusta
de manera que nadie se arrepiente
de la farsa supuesta
aunque esta sea la oferta única
nos dicen
sin deshonor ni registros
con esta rutina gira el carrusel
compulsivo oportunista devorador
alimenta el enérgico gen del yo primero
todavía en la sociedad del desperdicio
y del hambre
aberración y beneplácito general
en todo caso ya solo nos resta
el consuelo leal
como de perro automatizado
de nuestro teléfono cuasiinteligente
aunque lo controlen espías internacionales
Deja un comentario