La Fundación Cives, que durante tanto tiempo ha venido trabajando por la incorporación de la Educación para la Ciudadanía Democratica al currículo escolar, vio la oportunidad de volcar su experiencia en el apoyo a la nueva política publica escolar abierta sobre memoria democrática, vinculándola con la educación en valores cívicos y éticos: una Ciudadanía Democrática es inconcebible sin el reconocimiento de la historia y la memoria de quienes la han hecho posible.
La Fundación Cives realizó durante 2021 un proyecto de investigación singularmente centrado en el campo de la educación, que nos permitió analizar y profundizar en la situación de la memoria histórica y democrática en nuestras aulas, comprobar sus muchas limitaciones y elaborar conclusiones y propuestas para realizar una incidencia política solvente ante los poderes públicos.
Hoy tenemos la conciencia y el sentimiento de haber realizado una contribución útil para que la memoria democratica haya sido incluida en el currículo escolar que deben aplicar todas las administraciones y centros educativos.
Desde luego, ha tenido particular relieve, la incorporación de la memoria democrática a nuestro sistema educativo por medio de los Reales Decretos de los mínimos curriculares, realizado por el Gobierno en desarrollo de la LOMLOE, incluso antes de la aprobación reciente de la Ley de Memoria Democrática, en la que también se insiste en su corporación al plan de estudios de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato.
Se trata de decisiones legislativas oportunas y necesarias para abrir definitivamente el espacio del sistema educativo a la enseñanza de una memoria democrática ya despojada de las limitaciones que la venían lastrando hasta ahora.
Poniendo fin a inaceptables equidistancias, inconsistentes neutralismos, viejos tópicos heredados del antiguo régimen, repetidos hábitos, perezas y temores que venían favoreciendo un trato equiparado entre la educación para la historia y la memoria de un sistema de vida y de gobierno democráticos de derechos y libertades, inspirados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, recogidos y desarrollados por la Constitución de 1978, con un sistema, no ya distinto sino contrario, basado en la represión y supresión violenta de aquello por la Dictadura. Una Dictadura en la que la represión, hasta el ultimo vestigio de los valores y derechos democráticos fue un objetivo fundamental.
Tampoco se debe olvidar que hablar de victimas, represión y fosas es hablar también de las ideas y de quienes las teorizaron y divulgaron para fundamentar los motivos últimos que le llevaron al uso de la violencia para imponerlas. La primera batalla siempre suele ser la de las ideas que fundamentan las acciones y justifican los motivos últimos que llevaron a sectores sociales, políticos, económicos y confesionales ultraconservadores a elaborar los proyectos de intervención para destruir la democracia y sustituirla por un régimen totalitario y dictatorial.
De esta manera hemos de superar la lamentable situación que tantos olvidos y dejaciones han provocado generando situaciones generalizadas de desconocimiento de la historia y la memoria democrática entre tantas promociones de escolares y jóvenes, según pone de manifiesto investigaciones recientemente publicadas. Por alguna de ellas hemos podido saber hasta qué punto ignoran hechos históricos fundamentales para conocer nuestra sociedad, como la dictadura, la postguerra, el exilio y la Transición de la dictadura a la democracia. Y lo poco que conocen aparece vaciado de sentido político, ideológico y de referencias precisas. Tal seria también el caso de una de las conclusiones obtenidas en un estudio realizado por CIMOP, entre jóvenes de 16 a 30 años: “Todos pueden reconstruir como era un campo de concentración nazi, pero no tienen una imagen mental de cómo y donde se produjo la represión franquista”. O saber del Holocausto pero ignorar las decenas de miles de victimas que en España produjo la violencia represiva, como el hispanista Paul Preston dejo documentado en su libro “El Holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después”.
También debe ser superado el mero aprendizaje descontextualizado y puramente acumulativo y memorístico de datos sobre hechos históricos, sin entrar en el análisis critico y valorativo de su significado, de modo que la historia escolar posibilite una forma de conocimiento del pasado que favorezca el desarrollo de una conciencia ciudadana activa. Como dice José Álvarez Junco en su libro reciente titulado “Qué hacer con un pasado sucio” (Galaxia Gutenberg, 2022), “Lo ideal es no centrarse tanto en los hechos como en sus causas y consecuencias. Se trata de reflexionar cómo llegan las sociedades a tomar medidas tan terribles como el exterminio físico del adversario político. Lo importante es discurrir y razonar de manera libre y abierta, explicar los hechos ocurridos en relación con los principios sobre los que se construye una convivencia en libertad” (pag. 257).
Nuestro proyecto de memoria democratica en la educación trata de apoyar al profesorado y al resto de miembros del sistema educativo para conseguir que se logren los objetivos, competencias y conocimientos comprendidos en el nuevo sistema curricular.
La memoria democrática como uno de los fines legalmente establecidos para la educación, e integrada en el marco del articulo 27.2 de la Constitución, conforme al cual, “La enseñanza tendrá como objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”.
De eso se trata, de que la memoria democratica contribuya a la educación de una ciudadanía democratica. Ciudadanía, cuya historia de conquista de derechos y libertades en nuestro país se inicio con la Constitución de 1812, alcanzando la meta de mayor desarrollo en la constitución de 1931, siendo seguidamente destruida por el golpe militar de 1936, la Guerra y la dictadura durante 40 años; para ser finalmente recuperada tras el proceso de reconquista de los derechos y libertades democráticas proclamadas en la vigente Constitución de 1978. Memoria democrática, pues, escrita por demócratas para la formación de demócratas, siempre garantizando el respeto que merece el ejercicio del derecho a elegir ideologías o creencias en una sociedad pluralista.
Nos proponemos, por tanto, con nuestro proyecto “Educación, Ciudadanía y Memoria Democratica”, fortalecer el actual modelo constitucional de convivencia, promoviendo la enseñanza y la practica de los valores democráticos de concordia y convivencia, pluralismo, el respeto a los derechos humanos, la igualdad de genero y la educación para la paz. Sin olvidar que todo ello solamente será sostenible si lo fundamentamos en los principios de verdad, justicia y reparación a las victimas de las graves violaciones y represiones sufridas, así como en la imprescindible garantía y compromiso para la no repetición en nuestro tiempo de trágicos momentos pasados.
El sistema educativo español y sus servidores tienen entre sus manos la posibilidad de realizar una noble y necesaria tarea profesional para trabajar provechosamente con sus alumnas y alumnos, la memoria democratica curricular como profesores de una escuela que se sitúa en el marco de un Estado Social y Democrático de Derecho. Gracias a su dedicación y desempeño contribuirán no solo a la adquisición de conocimientos históricos y memorialistico y de competencias ciudadanas, sino también al fortalecimiento de la convivencia social y a la solidaridad que debe existir entre las sucesivas generaciones que a lo largo de nuestra historia aspiraron a vivir conforme a los mismos principios, valores, libertades y derechos de ciudadanía.
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