Marián Cao

MARIAN CAO

¿Quién eres?

Es difícil contestar a una pregunta casi existencial, que abriría muchas perspectivas, desde aquellas a partir de las cuales una es definida por los demás y una acepta, las diferentes capas con las que abrigamos nuestra identidad en construcción, hasta aquellas a las que una anhela adherirse.

Realicé mis estudios básicos en Vigo, Galicia, mi hermosa tierra de origen que me ha conformado a través de un paisaje industrial, brumoso y con el sonido sordo pero contínuo del faro de cabo Silleiro en las galernas y esas costas llenas de vida y misterio. Formo parte de una familia marcada por el trauma de la guerra civil que buscó en la migración interna del campo a la ciudad un futuro mejor para sus hijas. Mi madre, una mujer extremadamente culta que eligió ser maestra por la exclusión que el franquismo imponía a las mujeres en el terreno laboral e intelectual, me inculcó la necesidad de la cultura, el espíritu crítico y la independencia económica, tres elementos necesarios para el desarrollo de las mujeres. Mi padre, un hombre sensible y empático, me transmitió la vulnerabilidad constante del ser humano ante el poder y la impunidad, y la necesidad de estar alerta. Adquirí una formación interdisciplinar y diría que heterogénea que une la práctica artística que aprendí a través de mi formación en la facultad de Bellas Artes del País Vasco y Madrid —no había aún esa formación en Galicia—, la formación inacabada en sociología y políticas, los estudios de género de la mano de la gran intelectual Celia Amorós, los estudios y práctica de paz gracias al colectivo En Pie de Paz, con quien me vinculé en 1985 y con la asociación WILPF, con cuyas compañeras fundamos la sección española de esta magnífica asociación de mujeres y paz. Finalicé mi formación con un máster en intervención psicoterapéutica que me ayudó a sumergirme en el campo de la arteterapia y de los procesos creadores en la mejora del bienestar de las personas, la elaboración del trauma y la memoria emocional e hice mi tesis doctoral, con distintas estancias en Estados Unidos, Alemania y Reino Unido, sobre la función social del arte. A la vez, mi compromiso con la igualdad me ha hecho estar siempre vinculada académica y vitalmente a grupos y colectivos feministas que apuestan por la igualdad y la justicia social.

Si tuviera que contestar quien soy brevemente creo que diría que soy alguien pacifista que cree que la violencia jamás puede ser justificada; que cree en la cultura y los procesos artísticos como vía de introspección, visibilización, reestructuración y vínculo; que defiende la necesidad de la educación artística en la formación obligatoria, ahora relegada casi a la inexistencia; y que se empeña en una reconstrucción y recreación crítica de la cultura, el arte y la educación para todos los seres humanos más allá de su procedencia, género o clase social.

¿Dónde desarrollas tu labor profesional?

MARIAN CAO Trabajo desde hace treinta años en la Universidad Complutense de Madrid donde entré como investigadora en formación y ahora ocupo el cargo de catedrática de Educación Artística en la Facultad de Educación. He coordinado durante cuatro años el Instituto de investigaciones feministas de esta universidad, presidido durante cinco la Asociación MAV, Mujeres en el sistema del Arte y durante seis años el exitoso programa internacional de la Escuela Complutense Latinoamericana, como asesora del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales. Puse en marcha junto a la profesora Noemí Martínez Díez, a quien debo muchos aprendizajes, el máster y doctorado en Arteterapia y Educación Artística para la Inclusión Social que supuso introducir una nueva área de conocimiento en el ámbito universitario. Actualmente coordino un joven y magnífico grupo de investigación sobre arte, inclusión y terapia (https://www.ucm.es/eartdi), con varios proyectos relacionados con el trauma, la memoria, la infancia, la igualdad y los museos; llevo la presidencia de la comisión gestora de la Sociedad para la Educación Artística (https://educacionnosinartes.wordpress.com/), donde desde hace tres años reivindicamos el derecho a la cultura y la educación artística de calidad en la educación Primaria, como un área que ha sido olvidada en la formación y que es fundamental para la educación STEAM, la mirada artístico-científica, las mentes creativas  y  el pensamiento visual y soy la vicepresidenta del Consorcio Europeo de terapias a través de las artes (https://www.ecarte.info/), que incluye 34 universidades europeas que desarrollan programas de formación e investigación en terapias a través del drama, la danza, la música, el juego y las artes visuales. Desde este Consorcio creemos en las artes como constructoras de paz, de convivencia y de bienestar.

Desde hace apenas unas semanas tengo el honor de codirigir la cátedra de Memoria Histórica, Derechos Humanos y Convivencia junto con el gran historiador, Ángel Viñas.

Algún consejo para docentes e investigadores

La universidad es un magnífico campo para unir investigación y docencia y yo reivindico esa unión que mejora la docencia y a la vez obliga al o la investigadora a saber comunicar nuestros procesos y resultados. A pesar de una carga excesiva, absurda e inexplicable de gestión y burocracia, que lastra y dificulta enormemente la fluidez de ambas actividades, el campo de la universidad permite pensar y desarrollar nuevos modos que impliquen la mejora del bienestar humano y lo permite de modo interdisciplinar.

Dentro de las ciencias sociales y humanidades, que es mi ámbito, hay muchísimas áreas por desarrollar y algunas de ellas en combinación con áreas de la salud. De hecho, el ámbito de Medical Humanities, así como el de la Salud, el bienestar y la cultura, está iniciándose en este Estado y es necesario invertir y apostar por esta área que señala que la creación mejora la salud mental, es paralela al proyecto vital y que el desarrollo de la capacidad creativa y cultural en la educación inicial es garante de un desarrollo intelectual valiente, curioso, imaginativo, que implica la capacidad de resolución de conflictos y la elaboración de la memoria emocional. Actualmente llevamos a cabo una importante actividad investigadora, un I+D junto con Save the Children (https://www.ucm.es/brundibar/), tratando de demostrar cómo las metodologías arteterapéuticas pueden prevenir y aminorar los efectos de la violencia en niños y niñas, y otro proyecto, L-ABE, laboratorio de Arte, Bienestar y Educación (https://www.ucm.es/labe/), donde ponemos en marcha un tipo de mediación en los museos que implica pensamiento, emoción, memoria y transformación.

¿Un consejo? El que daba Stéphane Hessel en su obra “Indignaos”: cread y resistid.  La resistencia nos ayuda a armarnos de paciencia y resiliencia en tiempos duros; la creación pone en marcha nuestra necesaria pulsión de vida y nos convoca con nosotros y los otros.

Alguna preocupación sobre educación y memoria

La memoria es la base del conocimiento. Nos permite saber quiénes somos y la experiencia pasada, sea esta traumática o serena, es la tierra que nos constituye. No creamos de la nada, creamos a partir de una red de narraciones y silencios, presencias y ausencias. Señalaba Walter Benjamin que nada de lo que ha sucedido ha de darse por perdido para la historia y, a la vez, que quien escribe la historia se lleva consigo el botín. La historia repleta de narraciones y relatos, ese texto que se reescribe una y otra vez y aunque enterrada, emerge obstinada en nuestros cuerpos, ha sido una narración unívoca durante demasiados años, y ha ahogado a aquellas y aquellos que han sufrido por una violencia inimaginable: más allá de la violencia física, han sufrido la violencia simbólica que supone ser desoído, despreciado e incluso ridiculizado. La mayoría de textos sobre el trauma señalan el componente social, de la comunidad, como un elemento imprescindible para la recuperación de las personas. La comunidad debe legitimar el dolor, el recuerdo traumático y debe dar cabida, generosa, al duelo necesario. El duelo nos constituye como humanos, poder acoger la pérdida de los otros, del otro amado. Sin duelo, el trauma está condenado a habitar en nosotros.

Educar en la memoria es educar en la profunda humanidad que nos constituye y ello nos prepara para que las violencias pasadas, como heridas dolientes, puedan ser curadas y para que de ellas obtengamos el aprendizaje imprescindible que habla de nuestra vulnerabilidad y la necesidad de estar alerta para no dañar, para no dañarnos.

Algún logro personal y deseo de futuro

Hago mía la frase del premio príncipe de Asturias, Antonio Damasio que, junto con su mujer Hannah Damasio, realizó uno de los principales descubrimientos en la neurociencia, y que señala “quizá la cosa más indispensable que podemos hacer como seres humanos cada día es recordarnos a nosotros mismos y a los demás que somos complejos, frágiles, finitos y únicos”.

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