Desafíos de la educación en la era de la incertidumbre

Ángel I. Pérez Gómez
Catedrático emérito
de la Universidad de Málaga

Son muchas las instancias que urgen a que el gobierno de las redes sociales, el despliegue y utilización de las inteligencias artificiales, no deben delegarse en corporaciones privadas, no elegidas democráticamente. Es urgente regular el inmenso poder de influencia en manos de oligopolios digitales (Facebook, Twitter, Amazon, Google). Se requiere acelerar la configuración de sistemas sólidos y democráticos de gobernanza mundial que regulen el complejo y decisivo desarrollo de las inteligencias artificiales generativas y la gestión de las redes sociales, prohíban el «capitalismo de vigilancia» y regulen la gestión de los big data.

¿Y el reto educativo?
En una atmosfera simbólica de colonización de la atención, multitarea, distracción, polarización y posverdad no es culpa del aprendiz, infante, adolescente o adulto si no logra concentrarse, reflexionar y discernir en la toma sensata de decisiones. Ha sido objeto y víctima, de manera programada, de poderosos, irresistibles y permanentes influjos para secuestrar su atención, manipular sus deseos y condicionar sus comportamientos desde la infancia. Por ello, parece imprescindible, en primer lugar, aceptar la vulnerabilidad y fragilidad de nuestra condición humana, aceptar que nuestra manera de ver el mundo está llena de imprecisión y de ambigüedad, intereses y limitaciones. En definitiva, nos pueden engañar los sentidos, el cerebro y la cultura dominante. Habitando la multitarea, hiperinformación y adicción a las pantallas, likes y hastack, memes y deepfakes, los aprendices han sacrificado la profundidad de su pensamiento en todas sus dimensiones, pues la profundidad requiere, concentración, contraste, tiempo y silencio.

Aquí se sitúa, en mi opinión, la responsabilidad principal de la Pedagogía educativa contemporánea: asumir de manera intencional y sistemática el compromiso de ayudar a que cada sujeto identifique y, en su caso, reconstruya de manera consciente e informada el sistema complejo de recursos (conocimientos, habilidades, emociones, actitudes y valores) que ha adquirido y que utiliza para percibir, comprender y actuar en su vida cotidiana. En concreto, lo que realmente importa en educación no son sujetos atiborrados de información, ni siquiera es suficiente que conozcan teóricamente los conocimientos y las habilidades críticas o creativas, sino personas que libre y conscientemente sientan, piensen y actúen de modo informado, crítico, ético y creativo. Para ello será imprescindible comprender el funcionamiento del cerebro, sus múltiples y decisivos sesgos y heurísticos. En la larga trayectoria de interacciones en su vida cotidiana, los sujetos humanos vamos construyendo, por lo general, recursos subjetivos muy útiles desde el punto de vista existencial y operativo pero muy pobres desde el punto de vista epistemológico, saturados de contradicciones, lagunas, prejuicios y estereotipos; son inevitablemente parciales, imperfectos y efímeros, cuando no erróneos y tóxicos. Por ello, es tan decisiva como laboriosa una intervención pedagógica que promueva la reconstrucción consciente, cognitiva y socioemocional de este conocimiento operativo, automático y preconsciente.

¿Cómo reescribir nuestros hábitos y programas insatisfactorios, sesgados, cuando constituyen las herramientas cognitivas y socioemocionales que filtran nuestra percepción, interpretación, predicción, toma de decisiones y actuación?
Reconstruir nuestros recursos cognitivos y socioemocionales requiere vivencias y reflexión, la capacidad de experimentar el estado de flujo (Flow de Mihaly Csikszentmihalyi), para concentrarnos sobre todo en las cosas que hacen que merezca la pena vivir. Recuperar la atención como el arte de la presencia, para gobernar nuestro deseo y nuestro tiempo, para ejercer nuestras prioridades, superando los automatismos y planteando la singularidad de nuestro propósito, nuestro proyecto de vida, en medio del tsunami de distracciones permanentes e intermitentes de nuestra agitada vida actual. Con este propósito el primer compromiso pedagógico será ayudar a resistir el tsunami, abrir paréntesis, proponer pausas y detener los influjos de una manipulación programada, automatizada, guionizada. Aislarnos estratégicamente de las distracciones absorbentes de la atmosfera digital para ser capaces de atender el asombro, lo inesperado, la aventura de conocer, captar la novedad, atender lo singular, aprender a escuchar, a dudar, a esperar, a estar al acecho de lo que pueda sobrevenir en el escenario presencial y en el escenario virtual. Ser capaz de afrontar lo desconocido sin miedo y la incertidumbre sin ansiedad porque constituyen el rio vital en el que nos movemos.

Pero la atención, como los hábitos educativos fundamentales, no se enseña, se ejerce, se practica, se aprende mediante el ejemplo, la vivencia, la reflexión y la práctica. La Metacognición, reflexión, meditación, contraste, debate, experimentación creativa, autorregulación, son procesos privilegiados puesto que significan atención deliberada y consciente para recuperar y autorregular nuestra vida mental. Suponen, en definitiva, diferentes rasgos y estrategias pedagógicas hoy más necesarias que nunca tanto para resistir la colonización de nuestra atención como para proponer y experimentar nuevas formas de pensar, sentir y hacer. Bellas estrategias y propuestas pedagógicas, vacías y estériles si no somos capaces de construir el escenario, el contexto cultural en el aula, en la escuela y en la comunidad educativa, que ampare el cultivo de aquellas, siendo conscientes de su evidente naturaleza contracultural. Construir el escenario físico y la comunidad de aprendizaje así como proponer las experiencias educativas serán pues la responsabilidad prioritaria de una pedagogía contemporánea realmente educativa.

Para construir este escenario parece más necesario que nunca que docentes y discentes aprendamos a cooperar de manera sincera, a sumergirnos juntos en el complejo, incierto y misterioso rio de la vida para apoyarnos, cuidarnos y potenciarnos mutuamente como la mejor estrategia para vivir la grandeza y la miseria de la vulnerabilidad individual y colectiva.

Resituar la pedagogía educativa
La historia de la pedagogía esta cuajada de tendencias dogmáticas y modas excluyentes que ignoran y desprecian la pluralidad constitutiva de los fenómenos y procesos humanos considerados educativos, uno de cuyos ejemplos más extremos en la actualidad es el denominado movimiento antipedagógico o negacionista de la pedagogía. Mientras exista educación, existirá la pedagogía, para bien y para mal, porque es la ciencia y el arte de indagar y experimentar formas distintas de pensar y hacer la instrucción, la socialización y la educación. El dilema, a mi entender, no está entre pedagogía y antipedagogía, sino en discernir qué tipo de pedagogía favorece mejor el desarrollo de las cualidades humanas que se consideran valiosas. Ni apocalípticos tremendistas, como los antipedagogos recalcitrantes —el discurso antipedagógico es en sí mismo una propuesta pedagógica, reaccionaria más que conservadora, incapaz siquiera de identificar y cuestionar sus propias posiciones—, ni integrados iluminados o visionarios llamados, ellos solos, a redimir la humanidad mediante ilusas propuestas pedagógicas sin la legitimidad ni la fundamentación requeridas.

La pedagogía, al sumergirse en un universo epistemológico plural y complejo debería asumir la actitud de modestia epistémica y la virtud de la humildad, una manera de pensar los márgenes del conocimiento humano, incorporando lo desconocido, lo incierto, lo posible, lo ambiguo y lo incontrolable. Una pedagogía educativa contemporánea, nueva y/o clásica, requiere promover una práctica vivencial y reflexiva, de modo que no quede reducida ni a adquirir patrones de acción sin crítica teórica, ni a adquirir formulaciones teóricas, fragmentarias y descontextualizadas, al margen de los procesos eficaces de acción y emoción. Ni episteme sin pathos, ni pathos sin episteme. Sino un proceso integrado y complejo de ethos, pathos y episteme. L

 

Este texto es parte del que pronuncié el 26.04.2023 en la sesión de homenaje al Profesor Gimeno Sacristán en la Universidad de Valencia. Puede leerse completo en el siguiente enlace: : https://eldiariodelaeducacion.com/2023/05/25/comprender-y-transformar-la-ensenanza-30-anos-despues-los-desafios-de-la-educacion-en-la-era-de-la-complejidad-la-incertidumbre-y-la-postverdad/

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