Ana de Miguel Álvarez (Santander, 1961) desarrolla desde hace más de 20 años trabajos de investigación y análisis para comprender cómo se reproducen los patrones de desigualdad en sociedades que, en lo formal, son igualitarias. Así, habla de las carencias que existen actualmente en la educación que se entrega en los hogares, pero también de las necesarias referencias que deben aportar los centros y el profesorado a través del currículo oficial y del oculto. Aunque las responsabilidades no acaban ahí, puesto que los medios de comunicación y las expresiones artísticas y culturales en general también fomentan una construcción errónea de roles, cualidades y expectativas. Con ella hacemos un repaso de estos y otros temas para descubrir las claves de la educación en igualdad.
¿Somos conscientes de la desigualdad?
Veo la escuela profundamente acrítica. El patriarcado es un sistema de dominación o de reproducción de la desigualdad –o de fabricar chicos y chicas como realidades distintas– que, si tú no te sientas, lo estudias y te propones ver las cosas de forma crítica, no lo ves. La desigualdad se solapa con lo normal, lo natural; es invisible. Creo que en la escuela actual no hay una conciencia de esto. No he conocido ni a un solo profesor o profesora, ni director, ni directora, a nadie en un centro, que llevo 18 años más o menos en ellos, que diga que en su centro hay desigualdad. Luego padres y madres también dicen que han educado en igualdad. Entonces, ¿cómo se reproduce la desigualdad? Así, no hay conciencia ni de qué están haciendo ni de cómo se reproduce. ¿Por qué? Pues porque consideran que la igualdad es enseñar las mismas matemáticas, la misma lengua: es el currículo oficial. Y, de lo que se ha llamado en educación hace muchos años el currículo oculto, no son conscientes; es decir, de la socialización de la niña y del niño, y la necesidad de desarrollar en ellos la conciencia crítica.
¿Habría que pensar también en la formación inicial o permanente del profesorado para que realmente sean competentes en la igualdad?
Es la única clave. Lo recoge la Ley de Igualdad y, sobre todo, la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género, donde se afirma que la formación es el único remedio para evitar la violencia. Pero, si es la formación, ¿dónde hay que ir? A las guarderías, a las escuelas de Infantil y de Primaria. Entonces hay que poner una asignatura obligatoria en la formación universitaria que les enseñe a identificar cuáles son las causas de la violencia de género y de desigualdad. Lo que queremos es que las personas lean, estudien y conozcan las causas de la violencia de género, que es tanto conocer cómo se construye un niño y cómo se construye una niña, para así poner remedio en el patio del colegio y en las aulas desde pequeñines.
¿Por qué seguimos pensando en la igualdad como un ataque?
Porque desestructura la vida entera de las personas y familias que construyen su vida a través de la desigualdad, y que es la mayor parte de las familias españolas.
Aparte, yo siempre pensaba que se exageraba con lo de la violencia en las jóvenes, pero una chica ha tenido que ir a poner una denuncia, otra está con problemas de bulimia terribles, otra ha tenido que dejarlo porque su novio la estaba intimidando… Muchas chicas ahora son unas feministas o, al menos, tienen una conciencia de la igualdad muy fuerte. Entonces yo ya no entiendo nada. El asunto es cómo una chica normal, que está haciendo 2º de Bachillerato, cae en manos de alguien que no está bien de la cabeza: ¿es realmente por la búsqueda de cariño?
¿Pero qué pasa con ellas cuando dicen “Yo no soy feminista, estoy en contra del feminismo; yo lo que quiero es la igualdad entre hombres y mujeres”?
Es verdad que el feminismo se mueve entre el desconocimiento y la descalificación. No saben lo que es, pero lo descalifican. No mejoraremos nada mientras las personas no identifiquen que el feminismo es sentarte y estudiar. Tú no aprendes a desarrollar un pensamiento crítico de la realidad, de la que te rodea hasta que entiendes que el pensamiento crítico se aprende estudiando, introduciendo nuevos conceptos en tu vida, sabiendo… Uno de los elementos que más impiden que aprendas y desarrolles el pensamiento crítico es pensar que a ti nadie te tiene que dar lecciones. Y esa actitud habría que cambiarla también en los docentes.
Aparte de esa inquietud intelectual que debe tener el docente, también parece obvio que tiene que ir acompañada de una Ley de Educación con perspectiva de género.
Ahora que están con los debates de un pacto educativo, ¿qué cree que debe recoger una ley que contuviese y que realmente apostase por la perspectiva de género, por la igualdad en las aulas, por el aprendizaje de la igualdad?
No bastan los intereses y las acciones individuales del profesorado en fechas determinadas del calendario, sino que tiene que ser el centro, el pueblo… debe ser vertebrado por el Estado. Este país necesita entender que la igualdad no está conseguida, ni mucho menos; tiene que saber que la desigualdad ahora entre niños y niñas se reproduce no por las leyes, porque ya son igualitarias, sino por el mundo de los medios de comunicación, del arte, de las canciones, los videoclips, la pornografía, la prostitución, la literatura… Todo eso es lo que forma el sentido de la vida de los niños y las niñas. Ahora que no hay religión –porque no la hay– ni ciudadanía, ¿qué está forjando el sentido de la vida para un niño o una niña de 7 años? Pues lo está forjando no una religión ni unos valores éticos, sino el sálvese quien pueda: lo que le digan a cada niño y cada niña en su casa.
Y, como las madres y los padres no tienen formación en muchos casos para hablarles claramente del sentido de la vida, todo ese hueco, que es inmenso, lo llenan Internet, los youtubers, los bloggers; lo está haciendo un machismo integral que es el que está en el reggaetón, en las canciones, en las series. Solo si somos conscientes de eso podremos considerar que una de las tareas de los centros escolares es desarrollar la visión crítica. El acriticismo procede de la falta de conocimiento. Y el saber es el único embrión de libertad posible, porque yo creo que una persona que es consciente, tarde o temprano, cambiará.
¿Son las nuevas generaciones todo lo feministas que deberían ser o notamos cierto retroceso?
Es difícil, pero podemos decir dos cosas objetivas: una, que en los institutos se está hablando de feminismo y de machismo, y eso no había sucedido en generaciones anteriores. Y dos, que a la última manifestación del 8 de marzo vinieron decenas de miles de niñas y niños de Bachillerato.
Otro hecho objetivo es que se ha creado la palabra feminazi. ¿Para qué? Para controlar a quienes están hablando en los institutos y decir: “No serás una feminazi de esas”, “¡Calla, feminazi!”, medio en broma, pero que se utiliza para controlar que el discurso feminista no aburra o no entre demasiado.
Hay una acción y una reacción…
Totalmente, pero lo que sí sabemos que nunca había habido tantas chicas y chicos jóvenes yendo a manifestaciones. El tema está ahí. Y yo creo que algo está cambiando.
Entonces, ¿cuáles serían las claves para educar en igualdad?
La clave fundamental es el ejemplo de la familia en la que estén esos nuevos seres humanos. ¿Qué es lo que ven en la mayor parte de los casos? Pues una relación que no es de igualdad. Aunque sea una madre maravillosa y un padre maravilloso, la relación no es de igualdad. En general, ella va a ser la madre cuidadora y él, el varón proveedor que puede ayudar. Entonces, creedme, el mal ya está hecho. Porque es el ejemplo.
Efectivamente, esa esponjita con 2 años ya sabe muy bien lo que es una mujer y lo que es un hombre, y cómo deben relacionarse: las mujeres sirviendo y ellos dejándose servir. Con el tema del fútbol ya es una escuela de desigualdad: los padres viendo los partidos mientras ellas hacen la cena y les bañan. Si esto sigue así, toda la generación de 2 años ya está contaminada.
Pero también pasan mucho tiempo en el cole y hay que decirles a los docentes que sostienen que la igualdad ya está conseguida que vayan a ver una juguetería: pasillos con juguetes de niñas y otros con juguetes de niños… ¿Dónde está la igualdad entonces? Di otra cosa, pero no digas que hay igualdad. Y si se les ocurre decir: “No, es que a cada uno les gusta unas cosas por naturaleza”, entonces ahora siéntate y vamos a ver en el Siglo XIX lo que por naturaleza les gustaba a las mujeres.
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