Luz Martínez Seijo Secretaria federal de educación y formación profesional del Partido Socialista

Por favor, algunas pinceladas sobre su actividad profesional.

Actualmente soy secretaria federal de educación y formación profesional del Partido Socialista y portavoz del mismo grupo en la Comisión de Educación en el Congreso. Soy catedrática de inglés de Educación Secundaria, también he sido asesora y directora de un centro de formación de profesorado, pero sobre todo he ejercido como profesora de Secundaria, y casi siempre en zona rural.

Podemos, empezar, si le parece, por la LOMLOE, la ley orgánica de educación que hace un año inició su andadura. ¿Era necesario un cambio legislativo?

Sí, era absolutamente necesario un cambio legislativo. Debemos descartar esa opinión, bastante generalizada, de que cada vez que hay un cambio en el gobierno, hay un cambio de la norma educativa. Hay que recordar que en España hemos tenido dos grandes leyes en educación: la LOGSE y la LOE. Lo que hemos aprobado en el Congreso es una reforma a la LOE, que a su vez fue modificada por la LOMCE. Por tanto mantenemos la base de la LOE, un texto ampliamente consensuado en el año 2007, sobre el que se han realizado dos reformas, la impuesta por el Partido Popular y la LOMLOE que aprobamos hace poco más de un año.

Todos recordamos que la LOMCE tuvo un rechazo de más del 85% del profesorado cuando fue aprobada en el Congreso y que tuvo un único apoyo, el del Partido Popular. Por tanto, partía de una falta de consenso, de una falta de modelo educativo que respondiese a las necesidades que tenemos que abordar en la educación española. El compromiso de este gobierno no fue simplemente su derogación, sino dar pasos hacia un modelo más actualizado y a la vez homologado con el resto de los países europeos.

Una ley educativa no nace por capricho, sino que obedece a las necesidades que la sociedad plantea. Debemos recordar que estamos en un mundo globalizado, con permanentes cambios sociales, tecnológicos, científicos, culturales… y el sistema educativo no puede estar al margen de esos cambios. Hacía falta una actualización del currículo, una actualización en las formas de trabajar de nuestros docentes en las aulas y, por supuesto, había que hacer un cambio en algunas de las cuestiones que generaron un amplio rechazo por la comunidad educativa y que permitían un modelo segregador, que rompió el equilibrio entre la educación pública y la concertada. Es decir, una serie de motivos que provocaron el rechazo de la mayoría de la comunidad educativa. Una ley educativa no puede tener éxito si no cuenta con el consenso y apoyo del sector.

¿Qué destacaría de la nueva ley de educación, ¿cuáles son, en su opinión, las aportaciones más importantes?

Yo destacaría el refuerzo de tres principios fundamentales: la equidad, la inclusión y la mejora de la calidad. La equidad, que se manifiesta por la voluntad contra la segregación en todos los ámbitos, por el avance en la escolarización de la educación infantil 0-3, o por recoger por primera vez el derecho subjetivo a becas. La inclusión, a la que la LOMLOE da un enorme impulso e incorpora derechos como el que las familias puedan elegir el régimen más inclusivo posible si ellas lo deciden. Pero también se clarifican muchos aspectos relativos a la inclusión en las distintas etapas educativas. Y en tercer lugar, yo resaltaría cómo esta ley avanza en un deseo, que creo, que compartimos todos los españoles y es que nuestro sistema educativo sea un sistema educativo de calidad para todos y para todas, algo a lo que el Partido Socialista jamás va a renunciar.

Y la calidad se traduce en todas las novedades que aporta la ley, pero yo destacaría el impulso que se da a la individualización de los aprendizajes, a la autonomía real de los centros para que puedan permitir el desarrollo de proyectos adaptados a las características del alumnado que escolarizan, y a la modernización del propio currículo educativo que introduce amplias novedades conectadas con nuestro mundo real. Me refiero a la educación medioambiental. al emprendimiento, a la educación afectivo sexual, al valor de la fiscalidad, a la igualdad que impregna toda la ley, a la lucha decidida contra la violencia de género, etc.. Y por supuesto una modernización de nuestro sistema educativo vinculado a la digitalización en todas las etapas. Finalmente, otro aspecto muy importante es que por primera vez una ley educativa contempla los derechos de la infancia.

Hace poco el Ministerio de Educación y Formación Profesional ha trasladado a los sindicatos del sector, las 24 propuestas para mejorar la carrera profesional ¿Qué valoración hace de la propuesta?

Es una propuesta valiente, porque obedece a un debate pendiente, yo diría que desde hace décadas. Parte de una serie de propuestas abiertas que plantean algunos de los retos que hay que abordar en la carrera profesional docente. Es necesario replantear el acceso a la formación inicial, tanto en el grado de educación como para el máster de Secundaria, y actualizar los contenidos que se deben abordar durante los estudios universitarios, con el objetivo de lograr una formación lo más sólida y completa posible antes de acceder a la función docente.

¿Qué aspectos considera que debería recoger la propuesta del ministerio, y no recoge?

Teniendo en cuenta que es un borrador y que plantea la carrera docente desde sus inicios, efectivamente faltan elementos de concreción y faltan elementos que hay que determinar y acordar con sindicatos, con facultades de educación, con expertos, con organizaciones que tienen mucho que decir sobre algo tan importante como es la carrera docente. Queda un largo camino por delante para completarlo y plantear «instrumentos” de motivación, de incentivos que se pueden incorporar a lo largo de la carrera docente. Entiendo que todavía no estamos en esa fase y que ello vendrá una vez que se puedan ir acordando los pasos previos, desde esa formación inicial, la permanente y el acceso a la función docente.

¿Considera tan importante el contenido de la propuesta, como una estrategia en relación con la negociación de ésta?

Ambas cuestiones forman parte de lo mismo. No puede haber un contenido acordado si no hay una estrategia de negociación, por tanto, no hay una sin la otra. Pero lo importante es sin duda que se alcance un “acuerdo en relación al contenido”, un acuerdo que permita tener un Marco anhelado por los y las docentes de este país desde hace décadas.

Otro de los temas de la actualidad educativa es el de las ratios. ¿Bajadas de ratios generalizadas? ¿Cómo debemos plantearnos un tema tan complejo y de tanto calado social? ¿Qué nos dicen las investigaciones y estudios al respecto?

Existe mucha demagogia en relación a los resultados de una bajada de ratio generalizada. Lamentablemente, vivimos en una sociedad en la que la extensión de una idea corre a la velocidad de la pólvora, y una vez que se ha extendido es muy difícil reconducirla.

Los informes internacionales y las distintas investigaciones no demuestran que haya una mejora de resultados educativos ligada a una bajada de la ratio generalizada. No la hay. Lo que sí que hay es una mejora de resultados ligada a la bajada de la ratio en determinados contextos de especial dificultad y complejidad. Planteamos una iniciativa en este sentido en el Congreso y entendemos que esa es la vía en la que hay que trabajar. Los centros educativos tienen su propia autonomía y afortunadamente, la Ley, la LOMLOE permite la presentación de proyectos de mejora que pueden ser muy diversos y que van a permitir que los propios centros desarrollen sus propuestas, para las que la ley contempla que puedan contar con los recursos que las administraciones educativas consideren adecuados para la consecución de resultados. Hablamos de proyectos de mejora de convivencia, de innovación educativa, de resultados… para los que puede haber bajada de ratio o introducción de codocencia por ejemplo. Es decir, pongamos recursos donde hay necesidad, donde hay proyecto, donde se esperan resultados de mejora, recursos extraordinarios vinculados a objetivos y con un proceso de evaluación de resultados.

Otro asunto, siempre de actualidad, es el del bilingüismo. Un conocido medio de comunicación empezaba un reportaje sobre esta materia con el siguiente titular: “Colegios públicos abandonan el bilingüismo: “Es un engaño, los niños ni aprenden inglés ni las materias”. ¿Qué piensa al respecto?

Este titular no obedece a la realidad. Sobre bilingüismo no se puede generalizar. Hay una base, un fundamento para estos programas, que se denomina AICLE (Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras) extendido en toda Europa y que ha dado magníficos resultados, también en España. Es el caso del programa British Council. Es una buena manera de aprender lenguas extranjeras. No sé si podemos hablar de alcanzar un nivel de bilingüismo o no, pero esta metodología, AICLE ha supuesto un gran avance en materia de aprendizaje de lenguas extranjeras. También es cierto que a veces utilizar el término bilingüismo genera unas determinadas expectativas en las familias, difíciles de cumplir por las características de estos proyectos, que habitualmente se basan en el currículo integrado de solo dos materias o poco más.

¿Qué está fallando para que uno de los programas estelares de algunos gobiernos autonómicos esté haciendo agua?

Estos programas son una buena base, pero hay que ponerlos en funcionamiento con parámetros de calidad, con un buen proyecto lingüístico, de centro, trabajado e interiorizado por todos los y las docentes, no solo por los integrantes del programa. Se requiere una buena formación de los docentes, de lenguas extranjeras y de los docentes de las áreas con currículo integrado. Yo soy profesora de inglés, he sido coordinadora de secciones bilingües, y puedo decir que el alumnado aprende y mejora sustancialmente.

No obstante, creo que la implementación de las secciones bilingües fue demasiado rápida, al menos en mi comunidad (Castilla y León), sin tener suficientes previsiones de continuidad entre etapas y un proyecto consolidado y con perspectivas de recibir los recursos necesarios, incluyendo al profesorado necesario y cualificado. Yo siempre he pensado que es básico tener una buena formación continua de los profesores y las profesoras que forman parte de cualquier proyecto educativo, y en este tipo de programas, más porque requieren una buena dosis de innovación y una buena competencia oral en lengua extranjera. Además, los docentes deben tener claro que su misión no es enseñar inglés, sino enseñar en inglés, lo que es totalmente diferente. Por tanto, la metodología, el currículo y los criterios de evaluación y calificación tienen que ser distintos a los del área de lengua extranjera. Los programas bilingües deben involucrar al centro, porque no son ni más ni menos que un proyecto lingüístico, que requieren también la colaboración del resto del profesorado, sobre todo de lengua castellana para garantizar que adquieran además de la competencia lingüística de la lengua extranjera, la competencia en lengua castellana en todas las áreas y materias. Me temo que eso no es lo que está sucediendo en la mayoría de estos programas, pero es un aspecto de mejora a tener en cuenta.

¿Provocan los programas bilingües un aumento de la segregación en los sistemas educativos? ¿Perjudica al alumnado más desfavorecido?

No deberían provocar la segregación escolar si estuviese bien organizada su planificación y distribución del alumnado. Pero efectivamente se produce una selección natural del alumnado, unos van a los programas bilingües y suelen ser los que más ventajas tienen y los que más apoyo reciben en sus familias. Y otros se quedan en la escolarización ordinaria. Algunos empiezan estos programas, pero sin apoyos, abandonan. Se puede llamar segregación y perjudica al alumnado más desfavorecido. Ese, sin duda, es uno de los aspectos de mejora que se tienen que abordar en la revisión de este tipo de programas. Debe ser una prioridad de todas las administraciones educativas, como se recoge también en los principios inherentes de la ley educativa, “combatir cualquier tipo de segregación escolar” y si el bilingüismo lo provoca, será también un objetivo a tener en cuenta.

En el caso de las CCAA con una lengua cooficial, el estudio de una tercera o una cuarta lengua, ¿cómo se debe encajar en el currículo para que no impacte negativamente en la lengua materna?

Hay experiencias de proyectos plurilingües en distintas comunidades autónomas, que llevan funcionando adecuadamente y con un elevado grado de alcance de las competencias lingüísticas en la lengua castellana, la cooficial y la lengua extranjera. Mi opinión es que se debe extender, sobre todo, el apoyo y confianza hacia el aprendizaje de lenguas extranjeras y que todos nos convenzamos de la conveniencia de su generalización, también de una segunda lengua extranjera. En cualquier caso, el aprendizaje de una tercera o cuarta lengua no tiene por qué impactar negativamente en la lengua materna. En los países de nuestro entorno europeo está generalizado el aprendizaje de una segunda lengua extranjera y no es extraño encontrar personas que tienen competencia lingüística en 3, 4 o 5 idiomas. Nadie cuestiona que tengan algún tipo de injerencia en su lengua materna. Tenemos que quitarnos el complejo en España sobre nuestra capacidad de aprender y comunicarnos en otro idioma. Debemos valorar la riqueza que supone el aprendizaje de lenguas extranjeras, y cuantas más, mejor para una formación integral de nuestros jóvenes.

¿Cómo podría articularse un ‘Multilingüismo voluntario’ que permitiera apoyar la conservación y desarrollo de las lenguas autóctonas, como patrimonio inmaterial y como derecho humano, la lengua que se exija para titular en la escuela y la elección de otras lenguas para el crecimiento intelectual personal, en una sociedad global y cada vez más interconectada?

Aunque parece una pregunta complicada, la respuesta es muy sencilla, respetando la Constitución y la ley, cuyo objetivo es la adquisición de las competencias lingüísticas en ambas lenguas: la castellana y la lengua cooficial. A la vez se plantea la adquisición de lenguas extranjeras, una primera lengua extranjera que en la mayoría de los casos es el inglés y una segunda lengua extranjera. Las lenguas cooficiales están protegidas por la Constitución y los Estatutos de autonomía, y su protección además forma parte de una recomendación del Consejo de Europa. Las administraciones educativas tienen la competencia para extender su conocimiento y garantizar la adquisición de la competencia lingüística por el alumnado.

A la vez, no debemos olvidar que una de las asignaturas pendientes de nuestro país es la adquisición de un buen nivel de lenguas extranjeras en los centros educativos, y no debemos limitarnos a una primera lengua sino una segunda lengua y más. En una sociedad tan globalizada en la que nuestros jóvenes cada vez viajan más y cambian de país para encontrar un puesto de trabajo, es necesario darles una buena formación lingüística que les proporciona más oportunidades laborales. Las lenguas además proporcionan una enorme riqueza cultural que se deriva de la capacidad de comunicación, aprender de otras personas, costumbres. No debemos ver estos dos objetivos como contradictorios u opuestos, sino como complementarios.

 

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