Resulta muy interesante la lectura del informe elaborado por Jorge Calero y J. Oriol Escardíbul, que lleva por título La calidad del profesorado en la adquisición de competencias de los alumnos. Un análisis basado en Pirls-2011 –publicado por la Fundación Ramón Areces y la Fundación Europea Sociedad y Educación–, en el cual abordan, a través de un modelo de regresión múltiple, la identificación del efecto de la labor y la figura de las y los docentes en los resultados de sus estudiantes.
El estudio presentado “se inscribe en una serie de estudios monográficos que las fundaciones Ramón Areces y Europea Sociedad y Educación publican anualmente, con el objetivo de aportar evidencias, basadas en la investigación, sobre aspectos concretos del sistema educativo español”, que se suma a otras publicaciones previas realizadas por ambas instituciones para “diseñar políticas dirigidas a mejorar la calidad de la educación y la rendición de cuentas a los usuarios del servicio educativo”.
En este caso específico, tal como explican sus autores, “identificamos el efecto fijo de cada profesor en la función de producción como una proxy –una variable– de su nivel de calidad. La acepción de calidad que utilizamos es limitada: se refiere únicamente a la capacidad del profesor para incrementar competencias cognitivas (concretamente, las competencias de lectura)”, de acuerdo a los resultados del Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (Pirls, por su nombre en inglés) de 2011, que realiza la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA).
Así es como buena parte de la evidencia empírica obtenida de esta y de otras investigaciones tiende a afirmar que el efecto de los recursos educativos sobre el rendimiento escolar de los estudiantes es escaso, al menos en los países más desarrollados, hay otros que vinculan de forma muy clara los resultados en comprensión lectora con la “calidad” del profesorado, pudiendo tener una responsabilidad directa de entre un 11% y un 15% en su incremento.
No obstante, estudios previos confirman que esa relación positiva solo se produce durante los primeros años de experiencia de las y los profesionales de la docencia, marca que se va reduciendo según avanzan en su carrera. Es cierto, sin embargo, que los incentivos salariales también destacan como un factor relevante en el resultado del profesorado y de sus estudiantes, aun cuando no es un elemento que haya aparecido de forma significativa en todas las investigaciones.
Resulta curioso el hecho de que los estudios de postgrado, como másteres o similares, no influyen de manera directa en el resultado, según las investigaciones que han recopilado estos autores para comparar el trabajo que realizaron en España. O no lo hacen, al menos, de manera general, porque sí se ha podido determinar una cierta “evidencia positiva” en resultados de matemáticas obtenidos por algunos de los países que han participado en PISA.
Cuestiones de género
Afirman los autores de este informe que, en los datos que han podido recopilar de trabajos previos en este sentido, sobre todo en el ámbito de los países anglosajones, “la adquisición de niveles educativos por encima del grado universitario no parece incidir en la calidad del profesorado como tampoco, de manera mayoritaria, el género de los docentes”. Y, si bien no existe ninguna evidencia empírica previa a este estudio que sea capaz de demostrar de forma concluyente que los maestros sean mejor que las maestras, en España los resultados difieren en este asunto y posicionan a los maestros como un factor asociado de forma positiva con la calidad.
Es más, los autores mencionan que, si en alguno de los estudios recopilados, la variable de género resultaba significativa, los datos apuntaban a los beneficios para el alumnado de contar con una maestra en vez de un maestro.
Sin embargo, después de estudiar los resultados de Pirls, afirman Calero y Escardíbul, “podemos concluir que inciden positivamente ser hombre, la formación continua y un ámbito de estudio específico (relacionado con la comprensión lectora), así como los años de experiencia como docente. Por tanto, los resultados para el caso español se distancian de los resultados obtenidos en países anglosajones en cuanto al género del profesorado y parcialmente en cuanto a la experiencia laboral (en dichos países el efecto se da en los primeros años)”.
Se desprende que este resultado es más bien secundario y poco significativo y, como tal, hay que tomarlo con cierta cautela, puesto que es una evidencia muy frágil. Por lo tanto, podemos entenderlo como un indicador no determinante para establecer un itinerario de políticas educativas a tener en cuenta.
Públicos vs. privados
Otro de los aspectos que destacan en el trabajo presentado por Fundación Areces tiene que ver con las diferencias en la situación y en los resultados dependiendo de la titularidad del centro, es decir, si este es público o privado.
Así, el informe sostiene que el alumnado de los centros públicos y, más aún, aquellos que se encuentran insertos en un entorno cultural y socioeconómico más vulnerable, “resultan más afectados ante las variaciones de calidad del profesorado”.
Esto se reafirma en la sentencia del informe que establece que la calidad docente incide más en los resultados de las y los estudiantes de escuelas públicas que de las privadas, tendencia que se repite si se tiene en cuenta el nivel medio de ingresos de las familias, es decir, que afectan en mayor medida al alumnado en centros con niveles socioeconómicos y culturales intermedios o bajos.
Según los autores, si hacemos una distinción por la titularidad del centro, “entre los 199 mejores profesores (mitad de los efectos fijos netos estimados, es decir, sin efectos escolares), 135 (67,8%) trabaja en centros públicos y 64 (32,2%), en centros privados”. Pero puntualizan que hay una sobrerrepresentación de esos “mejores profesores” en los centros privados, ya que los datos en los que se basa su estudio “el 71,1% del profesorado está en colegios públicos y el 28,9% en escuelas privadas”.
Esta tendencia se podría explicar debido a que muchas y muchos docentes prefieren sacrificar parte de sus salarios para trabajar en entornos más tranquilos y menos conflictivos, dado que los centros de titularidad privada tienen más posibilidades de seleccionar tanto a su profesorado como a sus estudiantes, al mismo tiempo que suelen tener plantillas más estables, lo que genera un mejor ambiente de aprendizaje y un aumento de calidad.
Pero no solo la titularidad tiene algo que ver con el resultado, sino que el entorno socioeconómico y cultural de las familias de las y los estudiantes también es un factor relevante, más aún cuando los centros con mayor nivel de recursos concentran un número más alto de “buenos docentes” que los de menor nivel, una muestra más del conocido como efecto Mateo, fenómeno de acumulación de bienes, riqueza o fama, que también se aplica en disciplinas como la economía, la psicología o la educación, y que hace referencia a valores materiales (como el dinero) e inmateriales (como el prestigio o la posición social).
Para Calero y Escardíbul, habría dos caminos para revertir esta situación en España: por un lado, tomar medidas que permitan mejorar la calidad del profesorado en aquellos centros que reúnen a un mayor número de estudiantes provenientes de familias con menos recursos; y, por otro, establecer mecanismos que faciliten la presencia de esos “mejores docentes” en esos centros.
“El principal condicionante a la hora de predecir la adquisición de competencias de los alumnos es, efectivamente, el origen socio-cultural y económico de la familia. La calidad del profesorado, hemos encontrado en nuestro estudio, es efectivamente significativa. Sin embargo, las diferencias en puntuaciones que genera son considerablemente más reducidas que las producidas por diferentes variables que describen el origen sociocultural y económico. Existen varias políticas educativas que se pueden orientar a compensar las desigualdades en ese campo; sin embargo, su aplicación no ha resultado eficaz en todos los casos”, explica Jorge Calero.
“Los resultados que hemos presentado en el artículo tienen claras implicaciones de política educativa”, sostienen los autores. Y añaden que “los profesores importan y su actual distribución, al menos en el caso español, tiene efectos regresivos”. No obstante, son muy claros en afirmar que los datos que han recopilado durante el estudio deben ser interpretados teniendo en cuenta la limitación metodológica que impide el establecimiento de relaciones de causalidad, dada la naturaleza de la información que manejan y su origen.
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