Hablar de prevención social no siempre es sencillo, porque, generalmente, cuando se habla de ella es cuando ha fallado. Sensibilizar sobre su importancia no es tarea fácil y en APES (Asociación para la Prevención y la Educación Social) lo sabemos bien, ya que en nuestro trabajo diario con personas reclusas vemos el resultado de su fracaso.
Hace nueve años pusimos en marcha un proyecto de intervención con este colectivo y eso nos ha aportado conocimiento y convencimiento de la necesidad de hacer algo para evitar la comisión de delitos. Creemos que es necesario adoptar medidas centradas en la socialización a través de la educación, porque es un factor importante que no debemos desaprovechar cuando se trata de potenciar la competencia social de los niños y las niñas como una medida de prevención social.
Además, nos fijamos de manera especial en una de las teorías del control social, concretamente la del arraigo social de Hirschi. A partir de ella diseñamos un proyecto socioeducativo que potencia la competencia social de las y los menores.
Según este autor, unas relaciones sociales sólidas, un entorno de oportunidades, la implicación en actividades lícitas y normalizadas, y el conocimiento y asunción de las normas sociales son las características del arraigo social que tiene una función preventiva frente a los comportamientos de riesgo.
Nuestro proyecto Prosocial, de clara vocación preventiva, define una propuesta que se fundamenta en la importancia del arraigo social de las personas y en cómo fomentarlo desde pequeños. Así, la escuela se convierte en nuestro campo de trabajo y la metodología de aprendizaje-servicio en la principal herramienta.
Con esta metodología aportamos una mejora en los procesos de enseñanza-aprendizaje porque facilita el trabajo dentro del aula. El aprendizaje-servicio favorece la adquisición de conocimientos por parte del alumnado mientras se crea un espacio dentro del propio centro educativo donde APES solo es un compañero de viaje o, como mucho, el guía. Alumnado y profesorado encuentran sentido a los procesos de aprendizaje disfrutando de la experiencia de sentirse útiles a la sociedad, adquiriendo destrezas y habilidades, a la vez que toman conciencia con lo que les rodea.
Durante el curso académico 2016-2017 colaboramos con cinco centros educativos de la ciudad de Ourense, contando con 250 estudiantes de ESO y ciclos formativos, y 20 docentes a los que guiamos para llevar a cabo un servicio solidario. Nuestros participantes son “detectives sociales” que, tras plantearles un problema, se encargan de buscar soluciones a través del diseño de una iniciativa que tendrá como finalidad aportar una solución, visibilizarlo o sensibilizar sobre él.
Después de seleccionar las temáticas –que han sido acoso escolar, violencia en MMCC, vandalismo y delito forestal– se establece una primera fase de formación sobre la materia; posteriormente, se pasa a una de diseño de la acción social o servicio solidario, para llegar al momento de ejecutarla bajo diferentes formas: reparto de folletos para sensibilizar, realización de encuestas a pie de calle, impartición de charlas a otros grupos de estudiantes, o a través de actividades de visibilización de la problemática, como puede ser la limpieza y reposición de mobiliario urbano.
También contamos con un grupo muy especial de detectives sociales, son 20 menores de edades comprendidas entre los 3 y los 7 años. Les atendemos en un centro cívico municipal y con este grupo hemos dado vida a una iniciativa centrada en conocer los derechos de los niños y las niñas, y el trabajo intergeneracional, utilizando de nuevo el método de aprendizaje-servicio. Nuestros pequeños son auténticos agentes socializadores transmitiendo valores a sus familias y ofreciendo actividades de tipo lúdico a personas mayores con las que comparten el centro cívico.
Prosocial, por medio del aprendizaje-servicio, refuerza la creación de vínculos dentro de la escuela, pero también con la comunidad; ayuda a fomentar los valores y a conocer las normas y las leyes para respetarlas y vivir conforme a ellas, con sentido crítico y autonomía. El aprendizaje-servicio nos ayuda a potenciar el arraigo social de los niños y de las niñas para formar adultos competentes socialmente. Eso es prevención social.
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