1. ¿Quién eres?
Trabajador Social. Máster en Comunicación y Educación en la Red. Miembro del equipo de intervención en el proyecto de prevención del ciberacoso y otros riesgos y violencias en Internet RedesConCorazón: #TePongoUnReto (www.tepongounreto.org). Miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica de Escuela Abierta en Getafe.
2. ¿Cuál ha sido tu último reto profesional?
En el proyecto Redes Con Corazón, mantenemos de forma permanente un reto que tiene que ver con la relación e implicación familia-escuela. A menudo, los centros escolares nos contactan para impartir talleres con el alumnado.
Sin embargo, cuando explicamos que nuestro enfoque tiene que ver con la creación de una estrategia de prevención que implique a toda la comunidad educativa, nos topamos a menudo con que existe una escasa relación entre las familias y el profesorado que dificulta convocar sesiones de formación para ambos o planificar acciones conjuntas.
También nos hemos topado con maravillosas excepciones en centros que mantienen de forma activa comisiones mixtas de familias y personal del centro, tutores accesibles a las familias, claustros implicados en la implementación de los planes de convivencia, centros que implementan proyectos de mejora de la convivencia como grupos de mediación entre iguales… Pero, por lo general, vemos que en la mayoría de centros de la Comunidad de Madrid hay dificultades a la hora de que el profesorado pueda destinar espacios y tiempos para trabajar aspectos que no tengan que ver con lo puramente curricular.
Este reto nos lleva a la necesidad de ser muy flexibles a la hora de plantear
nuestras propuestas de trabajo.
3. ¿Algún consejo para los y las jóvenes que empiezan?
Hablando de la mejora de la convivencia escolar y de prevención de la violencia en todas sus formas (incluida la violencia online), mi consejo es que al aterrizar en un centro educativo se apueste desde el principio por implementar planes y programas de prevención, sin esperar a que haya problemas de convivencia para actuar o activar los protocolos.
El enfoque actual de actuación predominante que vemos en la mayoría de centros educativos sigue siendo el reactivo, es decir, se actúa después de que haya problemas (partes, castigos, expulsiones…). Es importante reconocer que la labor educativa va más allá de los contenidos curriculares impartidos en la hora de clase que les corresponda.
Y, al mismo tiempo, que no podemos renunciar a educar desde un modelo determinado de convivencia. Establecer qué tipo de modelo queremos implementar puede ser la diferencia para mejorar el clima escolar. La metodología de trabajo, el ejemplo, la educación en valores, el establecimiento de normas y límites, implementar programas de mejora de la convivencia y de resolución de conflictos… son cuestiones importantes que, junto con la planificación de nuestras clases, podemos incorporar a nuestro día a día. Con el reto añadido de implicar al resto del profesorado, al propio alumnado, y a las familias.
4. ¿Algo que te preocupe de la sociedad actual?
Creo que actualmente las figuras educativas adultas de referencia hemos interiorizado una serie de mitos que han podido derivar nuestra responsabilidad educativa a la hora de acompañar en un uso crítico y responsable de la tecnología (por ejemplo: “no podemos educarles porque saben más que nosotros sobre tecnología” o “prohibiendo el acceso —o retrasándolo hasta los X años— evito problemas).
Aceptando estas premisas, las personas adultas estamos, por un lado, reconociendo nuestra incapacidad y fracaso como responsables educativos y, por otro lado, simplificando un debate complejo. Si no es a la familia y a los profesionales de la educación y la intervención social a quienes corresponde educar en este ámbito, ¿a quién le compete?
5. ¿Algún deseo de futuro?
Recuperar y apropiarnos de la responsabilidad educativa en el acompañamiento y formación en el uso seguro, responsable y crítico de la tecnología. Igualmente, mejorar las relaciones familia- escuela como una condición necesaria para mejorar la convivencia escolar.
Por último, no creernos el discurso de la “neutralidad” en educación. La actividad educadora es la actividad política por antonomasia. Pretender que la escuela se limita a instruir y está libre de ideología es una falacia. Cualquier proceso de aprendizaje lleva implícita la transmisión de una serie de valores y se produce desde un modelo determinado de convivencia. Negar esto es negar uno de los objetivos principales del sistema educativo: proveer a la ciudadanía de principios y valores que permitan convivir positivamente en la sociedad.
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