Comprender los pensamientos y sentimientos de los demás es una acción eminentemente humana. Esa característica distintiva de las personas, con respecto a otras especies, no sería posible sin una herramienta excepcional: el lenguaje. Y su excepcionalidad reside no solo en emitir una serie de sonidos que se articula de forma precisa creando un significado, sino que es mucho más que eso. Es una herramienta maravillosa que nos permite pensar individual y colectivamente, comprender la cultura y el mundo que nos rodea, poner palabras a nuestros sentimientos y a los de los demás. El valor y la importancia del lenguaje para el desarrollo humano y para la educación está ampliamente avalado por décadas de investigación científica, si bien se le ha prestado una atención menor en muchas aulas y escuelas de nuestro país.
Algunas de las evidencias científicas que sustentan estas ideas están recogidas en el artículo de Neil Mercer, psicólogo de la educación más importante de Europa, publicado en la revista de mayor impacto en esta área, Educational Psychologist. Mercer ha insistido en diferentes foros en la importancia educativa del lenguaje, concretamente, de un tipo en particular, lo que él ha denominado habla o conversación exploratoria. En este tipo de conversación el alumnado participa de forma activa en la construcción de ideas y conceptos, argumentando sus razonamientos, ofreciendo perspectivas diferentes que se tienen en cuenta antes de tomar decisiones conjuntamente.
En su investigación con más de 700 estudiantes entre 6 y 14 años, demostró que aquellas clases que participaron en el programa de intervención Thinking Together, donde establecían unas normas de participación dialógica, mejoraron significativamente en las pruebas de razonamiento del test de Raven, tanto los resultados por grupos de alumnado como de las niñas y niños individualmente. Mercer replicó este estudio en escuelas de México obteniendo resultados igualmente positivos.
De estas investigaciones se derivan importantísimas implicaciones prácticas para nuestra intervención educativa desde las primeras etapas de la vida. Si el lenguaje tiene un papel fundamental en el desarrollo académico e intelectual del ser humano, ofrecer a nuestro alumnado ambientes de aprendizaje dialógico desde las primeras etapas de la vida es crucial para garantizar el derecho a la educación cada niña y cada niño. La experiencia comunicativa y social que podemos ofrecer al alumnado tendrá una repercusión en sus resultados académicos y en su bienestar.
Desaprovechar el potencial que tiene un uso efectivo del lenguaje, poniendo el énfasis en los conocimientos previos o en el nivel de desarrollo real del alumnado, puede suponer una enorme pérdida de potencial humano, una reproducción de la desigualdad que muchas niñas y niños viven en contextos donde tienen menores posibilidades de acceso a un lenguaje académico y rico de interacciones sociales de calidad. Por otro lado, llevar la ciencia a nuestras escuelas y comunidades, abre infinitas posibilidades de transformar la calidad de las conversaciones, y por tanto la calidad de nuestro razonamiento individual. Una oportunidad maravillosa para mejorar la educación sacando el máximo partido a esa herramienta cultural y psicológica que es el lenguaje.
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