El Teatro y la Educación: un tándem necesario

gradas teatro

“El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre. Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo.”
Federico García Lorca

El teatro, es una de las manifestaciones artísticas más antiguas y primarias que conoce la humanidad, ha sido definido como el espejo de la vida que se ve reflejada en él. Desde la antigüedad ha ocupado un lugar preferente entre todas las manifestaciones artísticas, era un fenómeno a partir del cual una sociedad podía exponer en tono de tragedia o de comedia aquellos elementos que definen sus creencias y su cotidianidad.

Hemos querido empezar con esta cita de Federico García Lorca, uno de nuestros grandes dramaturgos, “Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo.” Trasladando esta afirmación al hecho educativo, una escuela que se aleja del arte, que se aleja del Teatro, que es una de las manifestaciones artísticas más complejas que hay, se aleja de la vida.

El arte en general y el teatro en particular desarrolla aspectos del ser humano que no encontramos en otras materias, y lo hace no por medio de recetas llenas de buena intención pedagógica o moralizante sino a través de la vivencia y la emoción compartida.

El arte dramático está conformado por un buen número de signos, tanto verbales como no verbales. Es una manera de comprender e integrar el mundo del color, de los sonidos, del movimiento y de la palabra, este hecho provoca una percepción global que intensifica cualidades como la memoria, la concentración y la capacidad de trabajo conjunto, pero por encima de estas cualidades, que podríamos considerar instrumentales, destaca la capacidad de reconocer y conectarnos con nuestras emociones, la capacidad de analizarlas y de ponerles palabras.

El teatro es expresión, es juego y es un vehículo a la cultura, las manifestaciones teatrales transmiten a lo largo de la historia, valores, costumbres y ritos que nos acercan a conocer mejor al ser humano, pero fundamentalmente el teatro es comunicación, es imprescindible la existencia de un espectador para que el hecho teatral sea posible.

Este es uno de los roles fundamentales que debe jugar el centro educativo en relación a la presencia del teatro en las aulas, más allá de la realización de pequeños o grandes montajes teatrales que pueden ser también un ejercicio válido y completo, siempre que se trabajen los textos con rigor y se fomente la expresión y la creatividad, es fundamental afrontar la educación teatral del alumnado como espectador, aportarles los elementos básicos para que sepan descifrar las claves, a menudo complejas del hecho teatral y esto solo se consigue acercándolos al mayor número posible de montajes, que puedan conocer diferentes estilos, escenografías, grandes actuaciones. Como ya hemos dicho en otras ocasiones solo se puede amar lo que se conoce y hoy en día hay muchas oportunidades de acceder a ello.

Otra actividad, a menudo olvidada y que tiene un gran potencial es el Teatro leído, la lectura dramatizada nos da un gran número de matices expresivos y de comunicación, no requiere de medios adicionales y puede servir de base en el camino a la cultura teatral.

El hecho teatral tiene mucho de ritual, de ceremonia y como tal debe ser tratado, nos obliga a una preparación previa, a una actitud de escucha sosegada, en la que prima el silencio en el que se crea un ambiente, con luz tenue en la que los móviles no tienen cabida.

Este ritual es difícil de encontrar hoy en día en otro lugar en esta sociedad acelerada y poco reflexiva, este es un valor de educación vital que tampoco podemos desdeñar. La práctica teatral nos ayuda a buscar nuestro interior y a entender o expresar lo que pensamos mediante signos poéticos. El teatro genera pensamiento y, como tal, tiene que estar íntimamente conectado con el hecho educativo.

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