La elección de carrera de las mujeres en área STEM: desnudando estereotipos

Karin Roa Tampe | Profesora investigadora de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes (Santiago de Chile)

Definir qué es un estereotipo de género no es tarea sencilla: están allí, aun cuando rara vez se explicitan, al modo de reglas ampliamente compartidas respecto de cómo debe comportarse cada género, de manera tal que se aprecia su amplia observancia y la reacción de sanción frente a las transgresiones: quien los pasa por alto puede perder estatus o incluso pertenencia, sea simbólica o concretamente.

El peso de los estereotipos en la elección de carreras parece resistir incluso los embates de las sociedades más igualitarias en lo que a género se refiere. En sus formulaciones más obvias aparecen frases comunes sobre preferencias académicas como “a los hombres se les dan mejor las matemáticas y a las chicas las carreras humanistas” o, más discriminatorias, como “las mujeres no resisten el estrés de las carreras exigentes”. Otras formulaciones se refieren a prescripciones de rol de cada quien en el futuro: “esa carrera será poco compatible con la vida familiar y la crianza de los hijos” para ellas, o, dirigido a los chicos, eso de “en esa carrera no puedes llegar muy alto…”. Finalmente, quizá las menos obvias se refieren a aspectos como salario y estatus, que normalmente se conocen, aunque no siempre se digan en voz alta: “puedes estudiar lo que quieras, aunque no te dé buen salario pues tu marido será el sustento principal de la casa” o, en el sentido inverso, “con esa carrera no puedes mantener a una familia”, imprimiendo presión a las elecciones masculinas por carreras de retornos más elevados.

Lo interesante de un enfoque de análisis basado en estereotipos no es la existencia o ausencia de diferencias reales entre los sexos, fundadas por ejemplo en la biología del cerebro. Lo que realmente interesa es conocer el impacto que tienen las creencias sobre los significados y decisiones, que pueden estar afectando la posibilidad de imaginar futuros personales más abiertos, más cercanos a los deseos y capacidades propias de las niñas, y menos a las restricciones que se difunden desde la generación anterior.

Si bien ha sido recurrente el llamado a crianzas basadas en estereotipos menos rígidos, menos rosa y azul, desde el centro educativo la manera en que se puede reducir el efecto de los estereotipos frente a la posibilidad de elegir carreras del área STEM por parte de las niñas van en el siguiente sentido:

  • Dado que las preferencias de carrera se configuran en un proceso y no en un solo acto decisorio, las elecciones preparatorias que se hacen durante la adolescencia (hobbies, la elección de asignaturas optativas, etc.), debe estar en la mira de docentes, madres y padres. Promover una temprana exploración sobre sus gustos, proyecciones y emociones puede ponerles en contacto con lo que desean antes que el efecto de lo que no deberían querer impacte sus elecciones.
  • Ayudar especialmente a las adolescentes a conocer mujeres en los más diversos roles. Una razón sencilla para elegir carreras más típicamente femeninas es la facilidad para encontrar modelos de rol para esas carreras, que permiten imaginar cómo podría ser la vida propia en el futuro. Conocer geólogas, astrónomas o mujeres en telecomunicaciones, así como en diversos estatus de mando podría servir para acercar modelos diversos y favorecer así una amplitud de exploración vocacional, que incluya además temas tan esquivos como ambición, dinero y poder.
  • Promover, a lo largo de toda la educación escolar, la autoeficacia en las niñas respecto de su capacidad para abordar problemas matemáticos y científicos. Los resultados de PISA 2015 hacen notar que a igual nivel de ansiedad, hombres y mujeres suelen tener rendimientos similares en estas áreas; pero, la ansiedad frente a tareas en el área de ciencias y matemáticas suele ser más alta en ellas, por lo que es un punto débil que debe trabajarse selectivamente. Sería necesario encontrar modalidades de aprendizaje que favorezcan el logro de niveles mayores de controlabilidad y autoeficacia en las niñas, que permitan visualizar estas áreas como menos amenazantes para el propio autoconcepto académico en el futuro.
  • Aunque parezca poco igualitarista, realizar orientación vocacional por separado a las chicas podría funcionar a favor de unas exploraciones más distendidas, en las cuales pueden ponerse sobre la mesa los prejuicios respecto de las mujeres que sustentan otros, pero también ellas mismas, cómo funcionan los estereotipos para ambos sexos, y promover estrategias de pensamiento crítico que lleven a poner en evidencia errores y falacias que vienen de antaño.

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