En mi artículo anterior abordaba cuestiones generales sobre la transexualidad en la infancia, exposición que se continúa en esta entrega con el análisis pormenorizado (desde la perspectiva familiar) de determinadas reflexiones y cambios que la inclusión de este alumnado exige a los centros educativos.
Estimado Equipo Directivo:
Hace casi seis años fuimos padres de una niña a la que llamamos Carla. Desde muy temprano, en torno al tercer aniversario, nuestra hija empezó a mostrarnos su deseo de vestirse, comportarse y ser tratada como un niño. A pesar de que durante tiempo pensamos que era un capricho pasajero, su persistencia nos hizo consultar a un especialista para saber cómo actuar ante una circunstancia que nos desbordaba y llenaba de incertidumbres. Tras varias sesiones obtuvimos respuestas que nos tranquilizaron, aclararon muchas dudas y nos convencieron de que:
- las aspiraciones de la que hasta entonces considerábamos niña estaban profundamente arraigadas y que no eran una extravagancia sino un sentimiento verdadero que convenía respetar, por lo que, desde entonces, para toda la familia, empezó a ser Carlos, tal y como se percibía y deseaba ser tratado;
- esa circunstancia –por extraña que nos pareciera– no correspondía a una enfermedad, sino a un tipo de percepción de la identidad sexual no concordante con los caracteres sexuales, que ha existido siempre, aunque se haya admitido hace no mucho y socialmente empiece a aceptarse a duras penas en las últimas décadas;
- nuestro hijo podía ser una persona totalmente feliz e integrada socialmente si encontraba los apoyos familiares, escolares y sociales precisos y que, tal vez, optase en el futuro por emprender una transformación corporal o quizá no; que ese aspecto no era el fundamental de su vida presente o futura.
Ahora que Carlos –sí, no se confundan, a todos los efectos para nosotros es Carlos– ha de incorporarse a la escolarización primaria, pretendemos como padres responsables de su bienestar que su centro nos confirme –mediante un sencillo cuestionario– si es auténticamente inclusivo –esa idea que tanto se difunde y tantas veces se ignora en la práctica– y si es capaz de asumir la identidad sentida por nuestro hijo con respeto y consciencia de lo nocivo que puede ser para él la discriminación en nombre de una concepción anacrónica (y acientífica) de la sexualidad (en este sentido, les recuerdo los índices de fracaso y abandono escolar, las alteraciones emocionales que van desde el desarrollo de una baja autoestima hasta graves depresiones incluso con intentos de suicidio…).
Dado que nos sentimos orgullosos de la defensa que Carlos ha hecho desde pequeño de sus derechos y que queremos que estos se respeten en todo momento, nos tomamos la libertad de solicitarles un breve “autoexamen de inclusividad” del Proyecto Educativo de su centro para decidir si pueden ofrecerle una educación que realmente le permita convertirse en una persona plena y que experimente con bienestar y sin traumas su sexualidad:
- ¿Podrá elegir libremente el tipo de indumentaria que desee, sin que se le imponga usar falda o vestidos “femeninos”?
- ¿Se le llamará por el nombre que él ha elegido y que su entorno familiar ya ha asumido?
- ¿Se facilitará su acceso libre a cualquier instalación –baños, gimnasio, comedor… – sin sesgos derivados de una categorización binaria de la identidad sexual?
- ¿Se tendrán en cuenta sus preferencias en cuanto a actividades de ocio, más allá de la calificación tradicional sobre si son “masculinas” o “femeninas”?
- ¿Se le dejarán elegir las actividades físicas o deportivas por las que sienta más afinidad?
- ¿Se aportará al profesorado la formación necesaria para comprender o al menos respetar su experiencia de la identidad sexual?
- ¿Se fomentarán actividades curriculares que incluyan una visión no binaria de la identidad sexual?
- ¿Se revisará la idoneidad de las metodologías y materiales empleados en las aulas para que no supongan la imposición de una percepción convencional de la división binaria de la identidad y los roles sexuales?
- ¿Se propiciará la introducción de contenidos de Educación Sexual y para la Igualdad con carácter transversal en las diversas asignaturas?
- ¿Se incorporará material bibliográfico, cinematográfico o de otra índole que aborde específicamente la sexualidad desde una perspectiva amplia no binaria e informe sobre los derechos de los colectivos en riesgo de marginación por su elección no convencional de identidad u orientación sexual?
- ¿Se organizarán actividades diversas de información y concienciación sobre la transexualidad dirigidas a los padres y al resto de la comunidad educativa? ¿Se recurrirá a expertos con diversos puntos de vista y a organizaciones especialmente implicadas en la visibilización del colectivo LGTBIQ?
- ¿Se adoptarán actitudes firmes para prevenir e intervenir en hipotéticas situaciones de acoso de índole transfóbica? ¿Se estimulará la intervención de alumnado mediador para que aumente la eficacia de dichas actuaciones antiacoso? ¿Se programarán asambleas en las que se discutan posibles actos discriminatorios y se propongan alternativas auténticamente promotoras de la inclusión y la igualdad?
- ¿Se fomentará la visibilidad y la participación de los alumnos transgénero en iniciativas destinadas a hacer partícipe a la comunidad educativa de sus problemas/reivindicaciones/ logros?
Como padres que queremos involucrarnos activamente en el funcionamiento del centro que eduque a nuestro hijo, esperamos tengan la amabilidad de llevar a cabo este ejercicio de autoanálisis. Será bueno para ustedes y determinante en nuestra decisión.
Firmado: Los padres de Carlos, niño transexual que desea ser tratado como una persona
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