¿Qué es la Pedagogía de lo Común?

Adolfo Estrella | Sociólogo
aestrella@quiber.com

Una Pedagogía de lo Común[1] busca estimular la “emergencia de lo nuevo” desde las interacciones horizontales en el aula. Frente a los universalismos y diferencialismos pedagógicos, la Pedagogía de lo Común recupera la noción de “lo común” como cualidad, condición y efecto de la interacción entre los iguales y diferentes.

Concebimos un aula productiva y creativa, no re-productiva y repetitiva, donde el aprendizaje sea un emergente sistémico resultado de las interacciones horizontales. Aprender es crear y viceversa. La “emergencia de lo nuevo” (producción) es lo opuesto a la “transmisión de conocimientos” (re-producción). Apostamos por una “pedagogía de la colaboración” y por una “pedagogía de la conversación” que busca que aquello que generalmente está proscrito, es decir, las interacciones entre pares, en el aula total, no solo en pequeños grupos de tarea, sea el punto de partida de la intervención pedagógica.

Laval y Dardot afirman que lo común “está literalmente en todas partes, en todos los ámbitos donde los seres humanos actúan juntos y deben tener la posibilidad de participar en las reglas que los afectan”[2]. Lo común “comienza a dúo”, afirma Francoise Jullien[3] y agrega: “lo común es aquello en lo que se tiene parte, aquello que se comparte y aquello en lo que se participa”. Una pedagogía de lo común provoca el “aprendizaje a través de lo común”.

Entendemos al aula como un espacio de conversación, paradójico, entre el saber del alumno y la ignorancia docta del maestro. En la Pedagogía de lo Común aprendemos con los otros, de los otros y para los otros, es decir, exploramos y aprovechamos todas las consecuencias de “estar juntos” en el aula. El aprendizaje de los otros forma parte de mi aprendizaje. El aula de lo común es un aula de autodidactas solidarios en interacción.

Esta pedagogía es particularmente sensible a la grupalidad que en el aula se desenvuelve. El aula clásica es un agregado de individuos, una yuxtaposición de sujetos organizados en una estructura piramidal donde dominan los flujos de arriba/abajo y donde solo eventualmente pueden producirse interacciones y grupalidad. En la mayoría de los casos, las relaciones horizontales no solo no son consideradas y valoradas, sino que son proscritas explícitamente. Los cuerpos en el aula tradicional ni se miran ni se tocan entre ellos. Miran al frente. En una Pedagogía de lo Común, por el contrario, los vínculos horizontales del grupo son estimulados y acogidos como fuente de innovación.

Una Pedagogía de lo Común participa críticamente de los llamados “aprendizajes colaborativos” propuestos por Johnson y Johnson[4] y otros muchos autores[5], donde, a través del “desarrollo de tareas” o la “resolución de problemas”, el pequeño grupo no es más que instrumento para el aumento del rendimiento individual. El sujeto que aprende en una Pedagogía de lo Común es el grupo tanto como cada estudiante considerado individualmente. Cuando el grupo aprende-crea el alumnado aprende-crea, y viceversa.

Los principales enunciados que definen una Pedagogía de lo Común son los siguientes:

  1. Lo “común” es una de las formas de representarnos y actuar en la realidad. Lo común no es lo universal y mucho menos lo uniforme. Tampoco es una media estadística de aprendizajes y saberes. Usando la vieja teoría de conjuntos escolar podemos representar lo común como el “conjunto intersección”. Confundido con lo universal, lo común no ha sido aprovechado por las pedagogías tradicionales.
  2. Una pedagogía de lo común es una pedagogía de las interacciones entre iguales y diferentes en el aula. Los seres humanos somos seres de interacción. Existimos socialmente en cadenas de acciones, interacciones y retro-acciones mediante las cuales somos afectados mutuamente. La alteridad nos altera. En el individualismo de la singularidad aislada del aula tradicional, exacerbada ahora por los diferencialismos en boga, no puede aparecer lo nuevo y el aprendizaje transformador.
  3. El aprendizaje posible es la diferencia entre los saberes individuales y el saber común producido por las interacciones. En la Pedagogía de lo Común la “zona de desarrollo próximo” (Vygotsky)[6] no es la que media “entre el saber efectivo del alumno y el saber del maestro o del alumno más aventajado”, sino entre los saberes particulares y los saberes comunes (conjunto intersección) producidos por la interacción entre iguales y diferentes.
  4. Estos iguales y diferentes son autodidactas imbricados en relaciones de cooperación. El aula de lo común es la interrelación de autodidactas solidarios que participan en relaciones convivencia, acogida, escucha y disponibilidad hacia los demás. El aula de lo común es una totalidad no totalitaria, abierta y expansiva
  5. La Pedagogía de lo Común se basa en la relación paradójica entre la ignorancia del maestro y el saber del alumno. La “ignorancia docta” del maestro actúa como un catalizador de las potencias inteligentes del alumno. En el aula de lo común todos sabemos “algo” de aquello que vamos a aprender, pero también siempre sabemos “algo” menos de aquello que creemos saber: “cuando nos aproximamos a cualquier ejercicio pedagógico, llevamos varias ignorancias[7].
  6. El aula de lo común es un ámbito de producción no de re-producción de saberes: aprender es crear, no repetir. En tanto “organización de las diferencias”, es un espacio abierto a la variabilidad y las contingencias. Huye de las anticipaciones y planificaciones excesivas que sofocan las posibilidades emergentes.
  7. El aprendizaje debe ser un aprendizaje por conexión de deseos. El aula tradicional confunde el deseo de saber con la obligación de estudiar y también el deseo de enseñar con la obligación de Una Pedagogía de lo Común, por el contrario, es una práctica de “aprendizaje por deseos” o por “conexión de deseos” que se diferencia del “aprendizaje por obligación”. Busca recuperar la “curiosidad y el asombro, tan evidentes en los primeros años de vida del niño” y “que va en forma sostenida en el transcurso de las etapas escolares, desde la primaria a la secundaria”[8].

Más información: www.pedagogiadelocomun.org


Notas

[1] La Pedagogía de lo Común es una propuesta desarrollada por Adolfo Estrella, primero en Madrid y luego junto al colectivo Dare Aude, integrado por Diego Córdova y Carolina Torrejón, en Santiago de Chile. Toma como punto de partida las reflexiones y prácticas que en los últimos años se vienen realizando en el campo de la Economía (Ostrom), la Filosofía y la Ciencia política (Ranciere. Virno, Esposito), la Sociología (Laval y Dardot) y las expande a la Pedagogía.

[2] Laval, C. y Dardot, P. (2015). Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI. Gedisa. Barcelona.

[3] Jullien, F. (2010) De lo universal, de lo uniforme, de lo común y del diálogo entre culturas. Siruela. Biblioteca de ensayo. Madrid.

[4] Johnson, Johnson, Holubec. (1999). El aprendizaje colaborativo en el aula. Paidós. Buenos Aires.

[5] Barkley, E. Croos, K.P. Major, C.H. (2012). Técnicas de aprendizaje colaborativo. Morata. Madrid.

[6] Vigotsky; LS. (1986). Aprendizaje y desarrollo en la edad escolar. En “Psicología y pedagogía. Luria, Leontiev, Vitgosky. AKal. Madrid.

[7]Cerón V. E. (2011). Del diálogo de saberes al diálogo de ignorancias. Reflexiones para politizar la acción pedagógica y pedagogizar la acción política. Fecha de consulta: 4 de abril de 2018. Disponible en: http://www.sustentabilidades.usach.cl/sites/sustentable/files/paginas/04-03.pdf

 [8] Fried, R., (2004). La pasión de aprender: que los niños recobren el goce de descubrir. Editorial Cuatro Vientos. Santiago de Chile.

2 Comments

  1. Felicitaciones un excelente artículo, que confirma la teoría del «APRENDER-HACIENDO» dentro del modelo experiencial. Definitivamente que la orientación y reflexiones para un aprendizaje de calidad, sostiene la Pedagogía de lo Común, eliminando las clases desarrolladas en la repetición y exposición únicamente del docente.

    • Gracias Rafael. Nuestra propuesta quiere destacar, además de lo que señalas, sobre todo la producción de lo nuevo. Aprender es crear, no reproducir lo dado. El punto de referencia no es el saber del profesor sino el saber producido por la interacción dentro del «sistema aula», donde se incluye el saber del profesor como una parte, no la más relevante de una co-producción. El saber de cada alumno se contrasta, no se jerarquiza, con el saber producido por la interacción horizontal que da lugar a una Zona Común de Aprendizaje. Ese saber no es un saber-limite, no es la re-producción del saber del currículo vehiculizado por el maestro, sino un saber-expansión, un saber en permanente ampliación por los intercambios, recíprocos y simétricos entre los iguales y diferentes. La experiencia en el aula debe ser creadora, no sólo creativa. Lo creativo se refiere a los métodos, a las técnicas, a las didácticas, lo creador a los objetivos, a los fines y al destino del estar juntos.

      La interacción horizontal entre las inteligencias simétricas, no es ruido sino fuente de información y sentido. Tiene el potencial de producir algo nuevo. Algo que está contenido en las partes del sistema-aula pero que sólo aparece en la interacción. No hay por tanto saber-límite, no hay frontera que se deba respetar, sino fronteras que se pueden y deben transgredir. Adolfo

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