Empieza un nuevo curso, con todos los preparativos en marcha para recibir a nuestro nuevo alumnado.
Los comienzos son siempre un reto, cargados de una cierta incertidumbre al no saber cómo funcionará cada grupo. En mi caso –y en el caso de muchos y muchas otras docentes en cualquiera de los niveles de enseñanza– con ganas de empezar a impartir mis asignaturas, con la esperanza de conseguir ilusionar a las personas matriculadas en ellas.
Sí, ilusionar, porque entiendo que sin ese componente de entusiasmo por lo que estamos comunicando, no es fácil transmitir conocimientos que, en algunos casos, pueden resultar complejos e incluso un poco tediosos a ratos. No se trata de divertir a nadie, aprender no siempre es fácil, pero entiendo que es importante contagiar la pasión por nuestra especialidad… en mi caso, las matemáticas.
Quiero dedicar esta humilde publicación a todas y todos los magníficos docentes de matemáticas que se esfuerzan cada día por enseñar esta disciplina, tan complicada de impartir, y tan bella a la vez. Y quiero hacerlo con algunas frases de personas apasionadas por esta materia tan temida como maltratada.
Mary Somerville (1780-1872) fue una matemática y científica escocesa. Su dedicación a la astronomía la llevó a realizar cálculos relativos a un posible planeta que perturbaba la órbita de Urano. Estos datos permitieron al astrónomo John Couch Adams (1819-1892) la localización del planeta Neptuno. Ella era pura pasión:
Tengo 92 años… mi memoria para los acontecimientos ordinarios es débil, pero no para las matemáticas o las experiencias científicas. Soy todavía capaz de leer libros de álgebra superior durante cuatro o cinco horas por la mañana, incluso de resolver problemas.
Sofia Kovalevskaya (1850-1891) fue una matemática y escritora rusa que compaginó estas dos pasiones con gran capacidad. Uno de sus maestros fue el matemático Karl Weierstrass (1815-1897), que afirmaba que “Es imposible ser matemático sin tener alma de poeta”. Sofia llegaba un poco más allá:
Muchas personas que no han estudiado matemáticas las confunden con la aritmética y las consideran una ciencia seca y árida. Lo cierto es que esta ciencia requiere mucha imaginación.
Katherine Johnson (1918, en la foto principal) fue una niña prodigio de las matemáticas, hoy muy conocida gracias a la novela llevada al cine Hidden figures (Figuras ocultas, 2016). Creció sufriendo la segregación racial; aún así sus extraordinarias habilidades de cálculo fueron indispensables para decidir las trayectorias de los primeros vuelos espaciales de Estados Unidos. Sigue siendo una enamorada de las matemáticas:
Siempre tendremos la STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas] con nosotros. Algunas cosas desaparecerán de nuestra vista, pero siempre habrá ciencia, ingeniería y tecnología. Y siempre, siempre, habrá matemáticas.
El profesor de matemáticas Jaime Escalante (1930-2010), de origen boliviano, fue un referente en la enseñanza de matemáticas en EEUU: a través de su práctica docente consiguió que estudiantes de origen humilde destacaran por sus conocimientos en esta materia. La película Stand and Deliver (Con ganas de triunfar, 1988) contó su historia. Esta frase resume su manera de enfrentarse a la vida:
Ganas. Lo que necesitamos son ganas.
Maryam Mirzakhani (1977-2017) nació y creció en Irán, fue la primera mujer en ganar la prestigiosa Medalla Fields (2014). Cuando era una niña, soñaba con ser escritora. En la escuela secundaria, sin embargo, sus intereses giraron hacia las matemáticas. Probablemente algún profesor o profesora consiguió sacar a la luz su interés por la resolución de problemas matemáticos. Ella lo contaba de esta manera:
Es divertido, es como resolver un rompecabezas o conectar los puntos en un caso de detectives. Sentí que esto era algo que podía hacer, y yo quería seguir este camino.
Como decía la matemática afroamericana Marjorie Lee Browne (1914-1979):
Si tuviera mi vida para vivirla de nuevo, no haría nada más. Amo las matemáticas.
Feliz comienzo de curso.
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