Julio: cambios y despedidas

Marta Macho Stadler | Matemática y divulgadora científica

Julio es un mes de cambios para las personas que nos dedicamos a la enseñanza. Son treinta y un días de una gran intensidad de trabajo.

En el caso de la enseñanza superior –en  muchas universidades, en particular en la Universidad del País Vasco en la que yo trabajo– los exámenes de septiembre han desaparecido para dar paso a exámenes extraordinarios que se realizan a finales de junio y principios de julio. ¿Eso es bueno para nuestro alumnado? En parte sí y en parte no. Para aquellas personas que tienen varias asignaturas pendientes, el ritmo de estudio es realmente duro. Terminan, en general, agotados. Parte del alumnado declara preferir el sistema de exámenes de septiembre, porque les permitía estudiar o repasar las asignaturas con calma. Es cierto que para algunos estudiantes esto es verdad, pero también es cierto que, en agosto, es difícil tener una dinámica de trabajo fuerte, y el fracaso en esos exámenes extraordinarios realizados tras las vacaciones de verano ha sido siempre bastante alto. Tener el mes de agosto libre de obligaciones académicas permite a nuestros estudiantes descansar, realizar actividades diversas de ocio o solidarias, trabajar… Así que es difícil decidir si realmente este cambio en las fechas de exámenes es bueno o malo.

Después de los exámenes extraordinarios llegan las defensas de los trabajos fin de grado, que ahora son obligatorios en todas las carreras. Unas semanas antes llegan las últimas correcciones, casi siempre intensas por el poco tiempo que queda hasta depositar las memorias finalizadas. Y llegan también los ensayos para realizar buenas defensas de esos trabajos; y las lecturas de memorias en el caso de formar parte de algún tribunal.

Y después llegan las reuniones, los preparativos para el nuevo curso que comienza a principios de septiembre: puesta a punto de las aulas virtuales, grabación de tutorías, coordinación de grupos, preparación de contenidos… Es necesario adelantar el trabajo, porque las clases empiezan la segunda semana de septiembre y las tareas son muchas.

Julio es también un mes de cursos de verano y de congresos. La actividad es fuerte hasta agotar el mes, un mes intenso, extraño por lo variado de actividades.

Como decía al principio, julio es un mes de cambios. Parte de nuestro alumnado termina la carrera e inicia una etapa diferente de su vida. Muchos de nuestros estudiantes deciden cursar un máster, eligen continuar su formación en nuestra universidad o en otros centros estatales o de otros países. Otros prefieren entrar en el mundo laboral directamente. Julio es un mes en el que nuestro alumnado decide cómo comenzar su futuro tras su graduación. Es un momento complicado, porque elegir, decidir no es fácil…

Julio es también un mes de despedidas. Tampoco las despedidas son fáciles. Pero siempre es algo especial cuando una alumna o un alumno que finaliza sus estudios se acerca a tu despacho para agradecer tu docencia, tu manera de trabajar o tu actitud hacia ellas o ellos. Esos momentos, cuando suceden, son realmente mágicos. ¿A quién no le agrada que se valore su trabajo? Aunque también entristece alejarse de algunas de esas personas que dejan la universidad para seguir los cursos de sus vidas.

Julio es realmente un mes de cambios… cada año, al terminar el curso, me despido de estudiantes que rondan los 22 años. Pero cada mes de julio, yo soy un año mayor…

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