La innovación en las aulas es un tema recurrente y de actualidad en educación, no obstante hay que definir qué entendemos por innovar. Innovar no es hacer lo contrario de lo que se viene haciendo, sin base ni fundamentación teórica, no es poner a prueba un modelo “inventado” puntual sin continuidad ni sentido. La innovación en educación debe ser entendida como una visión que va más allá del mero modelo trasmisor de contenidos o conocimientos sin sentido que existe hoy día en la mayoría de nuestras aulas. Se trata, pues, de abandonar ese modelo tradicional, concebido para una etapa postindustrial, por otro más democrático que tenga cabida en la sociedad del conocimiento en la que vivimos. En este sentido, abogo por un modelo en el que lo importante es la participación, la convivencia, el respeto; y, en definitiva, el ser humano.
El problema radica en que la mayoría de las y los profesionales de la educación siguen anclados en el conservadurismo y conformismo repitiendo modelos arcaicos y sin sentido en detrimento del alumnado y de la sociedad. Se agrava el problema cuando esto ocurre también en los sensibles momentos en los que se está constituyendo la figura profesional del docente: durante su formación inicial. Si queremos que las maestras y los maestros usen una metodología que se salga de lo tradicional, más innovadora, tenemos que mostrársela, hacer que la vivan y familiarizarles con ella desde los inicios de su formación, es decir, que lo aprendan mientras lo experimentan en las etapas previas de instrucción: en las aulas de la Universidad. Por tanto, es responsabilidad del profesorado universitario el descubrirles a estos futuros docentes que hay otro modo de hacerlo, así como formar profesionales responsables y preparados con un alto nivel de formación, una formación que involucre una sabiduría psicopedagógica, sociológica, filosófica, antropológica, y dando protagonismo a la relación constante y continua que existe entre teoría y práctica (Fullan et al., 2015).
La solución, pues, se halla en utilizar una metodología de trabajo por proyectos de investigación (López Melero, 2014; 2018). Este modo de proceder en las aulas, que goza de gran éxito en el ámbito escolar, es un referente en el ámbito de la Universidad como forma de trabajo cooperativo y democrático, donde se reconducen las situaciones problemáticas en proyectos de investigación y donde el aula es construida como una comunidad de convivencia y aprendizajes.
La manera de trabajar en las aulas se encamina a trabajar por proyectos de investigación que surgen del planteamiento de una situación problemática que nace gracias al diálogo horizontal y participación de todas y todos en las asambleas en el aula, y que, a través del trabajo compartido de búsqueda, cuestionamiento e indagación de información en grupos heterogéneos, se llega a la explicación, conocimiento y construcción de un aprendizaje conjunto que antes no existía.
En conclusión, es en la formación inicial donde se puede propiciar con mayor éxito la creación de profesionales que vayan más allá del modelo tradicional. Por tanto, la responsabilidad recae sobre el profesorado universitario, cuyo compromiso está en que estas futuras y futuros docentes aprendan y hagan suya una nueva forma de trabajar en las aulas más innovadora y democrática, asumiendo los valores de equidad, compromiso social, justicia e inclusión mediante el trabajo por proyectos de investigación; y la mejor manera de enseñarlo y aprenderlo es que el alumnado lo lleve a la práctica en las aulas universitarias para que lo aprendan mientas lo viven desde los inicios de su formación.
Muy argumentada la reflexión y posición de la innovación para formar docentes que requiere las actuales generaciones. El aprender haciendo mediante la investigación como estrategia didáctica y metodológica garantizan un aprendizaje cooperativo y colaborativo, que se logra y se mantiene en los estudiantes. Felicitaciones