Neurociencia y educación, sin neuroedumitos

Ramón Flecha | Catedrático de Sociología de la Universidad de Barcelona

Dice Kandel, premio nobel y crack de la neurociencia, que leyendo un libro ya cambia nuestro cerebro. Ese hecho es una de las concreciones de un conocimiento que ya ha sido plenamente demostrado por la neurociencia; en sus propias palabras: aunque se me ha enseñado durante mucho tiempo que los genes del cerebro gobiernan el comportamiento, dominadores absolutos de nuestro destino, nuestro trabajo muestra esto, que en el cerebro como en la bacteria, los genes también son servidores del ambiente. Están guiados por acontecimientos en el mundo exterior.

En las formaciones sobre neurociencia y educación se dicen continuamente, sin pruebas, afirmaciones contrarias a las evidencias científicas internacionales de la neurociencia, de la educación o de ambas. Y lo peor es que profesorado con muy buena voluntad estudia esas ocurrencias y luego las lleva a menores de edad de sus aulas. Se afirma, por ejemplo, que en la educación hay que decir que la violencia masculina está en los genes y eso no se puede cambiar. Esa afirmación va contra las investigaciones de la neurociencia y de las ciencias sociales (género, educación), es un neuromito que, si alguien sigue la recomendación de llevarlo a las aulas, obtendrá un resultado contrario al objetivo que pretende: aumentará la violencia de género y su justificación.

Para formar en neurociencia y educación hay que conocer bien las evidencias científicas de la neurociencia y también de la educación. Solo así puede evitarse caer en los neuroedumitos que han sido brillantemente analizados y criticados por Sandra Racionero, directora del Departamento de Psicología de la Universidad Loyola Andalucía. Ya hemos visto en la cita anterior que los genes están guiados por los acontecimientos del mundo exterior. También sabemos por las investigaciones de género (feminismo, nuevas masculinidades…) que en toda acción contra la violencia machista hay mujeres y hombres a favor de las víctimas, y hombres y mujeres a favor de los agresores. Las evidencias científicas de educación también han demostrado que con programas basados en “violencia 0 desde los 0 años” se previene el posible desarrollo de tendencias violentas.

Quienes no conocen las evidencias de la neurociencia es seguro que van a caer en neuromitos que, al aplicarlos a la educación, van a generar neuroedumitos. Ese es el caso de muchos formadores de nuestro país en neurociencia y educación. Para evitar esa situación, se recurre cada vez más a neurocientíficos que, al no conocer las evidencias científicas de educación, lo hacen muy bien cuando hablan del cerebro, sin neuromitos. Sin embargo, algunos ceden cada vez más a las presiones para que saquen las consecuencias para la educación y, al no conocer las evidencias de este campo, transforman las afirmaciones neurocientíficamente correctas en neuroedumitos. Por ejemplo, explican muy bien las negativas consecuencias para el cerebro del estrés, pero luego hacen afirmaciones sobre qué tipo de acciones educativas causan estrés que no se basan en las evidencias. Esto no lo hacen neurocientíficos de la categoría de Kandel, pero sí algunos de quienes se ofrecen para hacer formaciones de neurociencia y educación.

Afortunadamente, hay ya profesorado de Infantil, Primaria y Secundaria formándose en base a evidencias en este ámbito. Por ejemplo, hay grupos que están leyendo directamente y debatiendo los mejores libros de Kandel y otras autoras y autores de primer nivel mundial, tanto de la neurociencia como de educación, género y otros ámbitos. También cada vez más profesionales consultan las bases de datos internacionales y, lo más importante, preguntan a conferenciantes y personas formadoras por las fuentes en que se basan las afirmaciones que oyen o leen.

1 Comment

  1. Hola!
    Justo el viernes pasado en una formación sobre el Modelo Dialógico de Convivencia debatíamos en un centro educativo sobre SI LA VIOLENCIA ESTÁ EN LOS GENES. Afirmaciones que, si no estamos atentas y acudimos a las bases científicas se van instaurando entre el profesorado como ciertas.
    Publicaciones como estas nos ayuda muchísimo al profesorado a discernir entre la diversidad de discursos que se difunden entre las escuelas, algunos sin ningún tipo de rigor científico ni ético y que dañan más de lo que pensamos la buena voluntad del profesorado y lo que es más importante, la vida de las niñas y de los niños.

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