Inteligencia artificial versus inteligencia humana

Marta Macho Stadler | Matemática y divulgadora científica

Hace unas semanas descubrí la extraordinaria conferencia ¿Puede un robot aprobar un examen de admisión para la universidad? impartida por la doctora Noriko Arai, directora del Instituto de Investigación de Ciencia para la Educación del Instituto Nacional de Informática de Japón, y lidera el Proyecto Robot Todai. En esta conferencia, la investigadora explica este proyecto y habla de inteligencia artificial, es decir, de la inteligencia manifestada por las máquinas.

Numerosas películas muestran un futuro en el que las máquinas consiguen arrinconar a los seres humanos… unas máquinas ideadas como meras asistentes se transforman en entes que deciden y amenazan la supervivencia de nuestra especie…

La doctora Noriko Arai habla en su conferencia de una amenaza menos violenta, aunque también preocupante. Las máquinas comienzan a realizar algunos trabajos efectuados habitualmente por seres humanos; la intención sería mejorar la calidad de vida de las personas, evitándoles tareas de especial dureza. La pregunta de la investigadora es la siguiente: ¿podrían las máquinas hacer peligrar los puestos de trabajo de las personas?

El Proyecto Robot Todai intenta responder, en parte, a esta cuestión: su objetivo es crear una inteligencia artificial que apruebe el examen de admisión de la Universidad de Tokio, la mejor de Japón. Parece una broma, ¿verdad? Pero no lo es. Y lo que asusta, desde mi punto de vista, no es que Todai pueda aprobar este examen, sino el motivo por el que supera a muchos estudiantes humanos.

Es razonable pensar que un examen de admisión a una universidad detecta capacidades humanas adquiridas a través de la educación. La doctora Arai explica que las pruebas de admisión a la Universidad de Tokio (a las que el robot Todai se ha presentado), consisten en dos exámenes: el primero de opción múltiple, con siete materias diferentes y que debe pasarse con una buena calificación; y el segundo, un examen escrito.

Las preguntas del primer examen deben responderse con un sí o un no: aunque Todai no sabe leer, su inteligencia artificial es una excelente buscadora de respuestas en Internet… y aunque no comprende la pregunta, resuelve con gran éxito, porque está bien programada. Busca patrones, coincidencias, relaciones entre las palabras que forman parte de las preguntas… y acierta.

Para su segundo ejercicio, la máquina debe escribir un ensayo sobre un tema determinado. ¿Y que hace Todai? Busca en la red las palabras clave, copia, reproduce, combina… y escribe su texto, un texto que no entiende –porque el robot no sabe leer– y que, de hecho, no tiene ningún sentido.

Lo sorprendente y lamentable es que su ensayo es mejor que el de muchos estudiantes humanos. ¿Por qué? Noriko Arai responde de esta manera: “Hemos estado creyendo que cualquiera puede aprender y aprender bien, siempre que le proporcionemos buenos materiales gratuitos en Internet para su aprendizaje y tengan acceso en cualquier parte. Pero tales maravillosos materiales solo benefician a aquellos que leen bien, y el porcentaje de los que leen bien es más bajo de lo que esperamos”.

Lo inquietante no es lo que son capaces de hacer las máquinas, sino lo que no son capaces de hacer los seres humanos. ¿Cómo es posible que la gente lea de una manera tan poco profunda, que no interprete con éxito la información que maneja, que no asimile los contenidos?

En mi opinión, es muy preocupante: las máquinas no son la amenaza. Lo realmente peligroso es que nuestras y nuestros jóvenes no lleguen a descifrar la información que reciben.

¿Cómo favorecer esas capacidades humanas que las máquinas nunca tendrán y que hacen a los seres humanos capaces, inteligentes… libres? ¿Cómo conseguir una educación de calidad que forme mujeres y hombres competentes y reflexivos, que no sea tan solo un simple entrenamiento? Para recapacitar…

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